Capitalinos que visitan el Centro Histórico en medio del semáforo rojo ven con buenos ojos la apertura de negocios no esenciales en el primer cuadro, pero aseguraron que dependerá de las personas si se cuidan o no para evitar contagios de Covid-19.

Aunque el semáforo rojo continúa por una semana más, el Gobierno capitalino permitirá que cuatro actividades puedan reabrir, como papelerías, artículos de cocina, ópticas y tiendas de acabados.

EL UNIVERSAL realizó un recorrido por la zona y observó cómo, a pesar del arribo de capitalinos, las actividades no están del todo abiertas, sobre todo las comerciales, pues en su mayoría los negocios permanecen con las cortinas abajo.

Algunos locales ubicados en la calle 16 de Septiembre operan con las cortinas metálicas abajo, con una puerta abierta y con trabajadores afuera para captar clientes, como las tiendas de fragancias o perfumes.

Aunque se espera que en febrero puedan abrir otros negocios, como tiendas de ropa en plazas comerciales, en el primer cuadro de la Ciudad algunos de estos giros continúan sus ventas, o trabajadores acuden para revisar la mercancía.

“Que los restaurantes hayan sacado sus mesas le da más vida al Centro”, dijo una de las visitantes, quien acudió el mediodía del sábado a visitar las ópticas de Tacuba, quienes durante la contingencia han desplegado a sus trabajadores por diferentes calles de la colonia Centro para llevar clientes.

Otras personas refirieron: “Es muy difícil que las actividades puedan seguir detenidas, a muchos nos están afectando, incluso si queremos venir a comprar algo, todo está cerrado. Ahora sí que dependerá de uno si se cuida o no”.

Para la señora Martina, la apertura debe ser gradual, como lo ha anunciado el gobierno local, pero dijo que “los bares y antros aún tienen que esperar, si no esto no se va a detener”.

Durante el recorrido se observó a las personas deambular por las calles, en silencio, otras apenas murmurando, por lo que el clamor y ruido que caracterizaban al Centro antes de la contingencia sigue apagado.

Desde avenida Juárez hasta Madero, los restaurantes se apegaron a las medidas sanitarias y el reflejo fue que los visitantes acudían a comer o tomar un café, bajo una tarde calurosa. Las mesas afuera de los negocios daban otra aura a las calles, sin importar que el resto de los giros sigan cerrados.

Las calles del Centro Histórico quedaron libres de filtros y desviaciones, ya no había personal de la secretaría de Gobierno local pidiendo a los visitantes formarse sobre las cruces amarillas marcadas sobre el piso.

Los trabajadores que permanecían repartiendo gel, en ocasiones pasaban desapercibidos por las personas que transitaban por esta zona, aunque las mareas humanas en esta ocasión no se percibieron.

El Zócalo capitalino también quedó libre de vallas metálicas, los bancas frente al Antiguo Palacio del Ayuntamiento estaban ocupadas por los capitalinos, algunos de ellos usándolas de mesa para los tacos de canasta.

Sobre las calles de Pino Suárez y Venustiano Carranza, el panorama era desolador, pues el comercio ambulante no permanecía en los sitios que solían ocupar y que desbordaban la aglomeración de personas; esta vez todo estaba tranquilo, a la espera de una reapertura total del primer cuadro.

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