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En la zona boscosa de Tlalpan y ante la mirada de cientos de testigos y pobladores, la delincuencia organizada poco a poco deja “pelones” los alrededores del Ajusco, Topilejo, Parres y varios de los puntos de la frontera con Morelos.
La tala ilegal es un problema que se agrava y, que de momento, no se ha podido detener a pesar de la presencia de efectivos de la Guardia Nacional en aquella zona.
Trabajos de inteligencia de las autoridades locales revelan que son dos grupos los que han deforestado más de 80 hectáreas de la zona boscosa en los alrededores de Milpa Alta, el Ajusco, Xochimilco y Topilejo.
De 2020 a la fecha, los habitantes de los pueblos originarios han señalado al crimen organizado como el responsable de la deforestación; en ese lapso, la fiscalía capitalina ha recogido un total de 18 denuncias por la tala ilegal.
Las denuncias detallan que, en promedio, se deforestan 80 toneladas semanales de madera de pino, abeto, encino, junípero, así como el madroño, material que es llevado principalmente al Estado de México o Morelos.
En el mismo expediente se destaca que los talamontes utilizan las carreteras federales, pues en esos lugares no hay vigilancia.
Los brigadistas comunitarios del sector Tlalpan aseguran que los grupos dedicados a este delito están relacionados, uno, con La Familia Michoacana, y el otro con Los Rojos, con influencia en Morelos y Guerrero; ambos con armamentos y equipo especial irrumpen cualquier día en las áreas de reserva y conservación para talar ilegalmente.
Habitantes tanto de Parres como de los pueblos originarios de Tlalpan temen denunciar por las represalias.