Los segundos Juegos Juveniles de la Revolución fueron el marco para la inauguración del Estadio Olímpico en Ciudad Universitaria (CU) el 20 de noviembre de 1952.

EL UNIVERSAL publicó planas con felicitaciones y también mensajes de agradecimiento de algunas empresas al entonces presidente de México, Miguel Alemán.

El proyecto fue dirigido por los arquitectos Augusto Pérez, Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo. Para su construcción se aprovechó el material alrededor del lugar: la piedra volcánica que arrojó hace más de 2 mil años el volcán Xitle.

La obra comenzó a destacar no sólo por su arquitectura, sino también por el mural de Diego Rivera. El artista mexicano contaba con el apoyo de pintores, obreros, canteros y albañiles para crear su obra a la que tituló La Universidad, la familia y el deporte en México, que luce todavía en la fachada oriente del recinto deportivo.

“El presidente Alemán entregó a la juventud de México el Estadio Olímpico Universitario en el que se deberá forjar un gran futuro deportivo”, decía la nota de la ceremonia de inauguración. El texto detalla que hubo 110 mil espectadores en el inmueble. “Una joya es el estadio iluminado”, agregaba.

A los nueve días de su apertura se realizó el partido de futbol americano que hoy día se ha convertido en un clásico: los Pumas de la UNAM y los Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

El Estadio Olímpico tiene 42 túneles a través de los cuales los asistentes pueden entrar y salir. Su diseño permite que todos los espectadores tengan un ángulo óptimo sin importar la ubicación donde se encuentren.

En 1968 se estrenó como el Estadio Olímpico

El 12 de octubre de 1968 el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz inauguró los Juegos Olímpicos en México conmemorativos de la 19 Olimpiada de la era moderna.

Según la información hemerográfica, se calcula que ese día asistieron 80 mil espectadores para ver a los 109 contingentes que participaron en el desfile multicolor de la ceremonia de inauguración. Una escena muy recordada fue el momento en el que los cinco aros olímpicos, formados por globos, se elevaron al momento de la inauguración.

La atleta mexicana Enriqueta Basilio, portadora de la llama olímpica, hizo historia al convertirse en la primera mujer en llevar la flama deportiva durante el último recorrido y encender el pebetero que se mantendría así hasta el término del encuentro internacional.

“El Estadio Olímpico Universitario es, sin duda, uno de los emblemas más importantes de la UNAM, del deporte y de la arquitectura moderna de México”, fueron parte de las palabras del director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Felipe Leal, en 2002, en el marco del 50 aniversario de la inauguración del recinto.

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