De entre los cientos de jarrones llenos de granos de maíz que se almacenan en la Casa de las Semillas Toxinachcal, de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corena), uno en especial llamó la atención del ingeniero Cecilio Mota, por su tono entre morado y azul.
El experto llevaba más de dos semanas analizando con detenimiento miles de granos de maíz de la colección de semillas del banco, para que fueran clasificados y guardados a temperaturas bajo cero por décadas, y notó una coloración particular que destacó del resto.
Luego de examinar los granos, concluyó que pertenecían a una raza de maíz que hasta el momento no se tenía registrada dentro de los cultivos de la Ciudad de México. Se trata del elote occidental y es producido en San Andrés Ahuayucan, en la alcaldía Xochimilco.
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“El maíz tiene una capacidad de adaptabilidad tremenda, sobre todo los maíces criollos. Y aquí está el ejemplo de los elotes occidentales, que es más de una zona cálida, se da en una zona alta. Está a más de mil metros de diferencia de su zona normal de siembra”, explicó.
Cecilio, ingeniero en agroecología especializado en el estudio de los maíces nativos de México, ha dedicado toda su vida profesional a investigar esta cosecha y explicó en entrevista con EL UNIVERSAL la importancia del hallazgo.
Listo para la cocina
No fue hasta este mes de abril que pudo ser catalogada como parte de un proyecto con la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) para estudiar todas las variedades que se dan de este cultivo en la capital.
El elote occidental, de un tono entre morado, rosa y azul, suele darse en zonas cálidas del país como Nayarit o la parte alta de Jalisco, y se diferencia a los maíces típicos de la Ciudad de México por su tono, morfología de ocho hileras de granos gordos y textura más dura, lo que lo hace perfecto para preparaciones como el esquite y pozole. Además, cuenta con un palo natural para ser cocinado.
“Tiene un ciclo de siembra más corto y para el elote es muy bueno. Abajo de la mazorca tiene un palito natural que es muy alargado y cuando lo cosechan, lo deshojan y le dejan el palito para asarlo como elote. Cuando uno va por la carretera en El Bajío, ves que la gente los asa con su propio palito”, explicó Mota.
Con este descubrimiento, suman nueve razas registradas de maíz producidas en la Ciudad de México, de las 65 que se dan en todo el país y 300 en el mundo, siendo las más comunes en la capital el chalqueño, cónico, cacahuazintle, toluqueño y arrocillo.
Al tratarse de una raza de climas más cálidos, no es una planta acostumbrada a la altura ni al clima seco de la Ciudad, por lo que su presencia en la metrópoli habla de la capacidad del maíz para adaptarse a diferentes condiciones.
Mota comentó que para los agricultores del maíz, el intercambio de semillas es una práctica común en ferias o eventos agrícolas que ayuda a la distribución de las diferentes razas de la planta a lo largo del país.
“El maíz es un bien común, es un cultivo que se comparte y los agricultores no lo ven como propio. Por esto hay mucha diversidad, porque se está moviendo continuamente, a diferencia de los maíces mejorados que se crean patentes, compartiendo el maíz es como se mantiene su diversidad”, indicó.
“México es el centro de origen del maíz y de él se creó una cultura alimentaria y de conocimiento. En muchas tradiciones culturales, el origen de la civilización se asocia a un cultivo y el origen del ser humano está relacionado con la siembra. En el Popol Vuh, que es el texto religioso más grande de la cultura Maya, dice que nuestros huesos y nuestra carne está hecha de maíz”, abundó el ingeniero.
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Preservación
El banco de semillas de Corena, llamado Toxinachcal (que en náhuatl significa Nuestra Casa de las Semillas) alberga alrededor de 2 mil muestras de semillas de maíz, así como de las principales cosechas de la Ciudad de México, como amarantos, frijoles, chiles y otras especies silvestres como pinos y flores.
Esta se encuentra en lo más profundo de las instalaciones de la Comisión de Recursos Naturales, entre kilómetros y hectáreas de campo, sembradíos, pastizales y naturaleza. Como un pequeño lugar natural escondido en la Ciudad de México, ubicado entre las alcaldías Xochimilco y Tláhuac.
En el laboratorio de esta casa de las semillas, las muestras recolectadas a lo largo de más de cinco años son preservadas, analizadas, estudiadas y catalogadas dentro de las diferentes especies y razas de cada una de las plantas a las que pertenecen.
También cuenta con dos refrigeradores conocidos como cuartos fríos, donde se conservan las muestras a -16 grados para preservarlas hasta por 50 años y ser sembradas nuevamente y mantener segura la biodiversidad y disponible por varias décadas.
Por otro lado, en este recinto se realizan diferentes actividades educativas e instructivas tanto para los mismos productores y agricultores como para estudiantes y niños en las que se pretende informar sobre la importancia de la preservación de la biodiversidad en las cosechas de la Ciudad de México.