“Que se pongan así con los rateros, con los vagoneros”, expresa Pepe al ver que dos elementos de la Guardia Nacional , un hombre y una mujer, inspeccionan el en el que viaja, cuando llega a la estación Polanco.

Es sábado por la noche, sin tantos usuarios que desborden el servicio del Metro como pasa entre semana. En el último vagón viajan 10 hombres, en su mayoría jóvenes, con dirección a Barranca del Muerto, en espera de acción en la línea naranja.

Van sentados en los asientos verdes, sacan su celular, traen audífonos y cruzan miradas para empezar con el “metreo”. Algunos bajan en el transbordo de Tacuba y pasan frente a los elementos de la Guardia Nacional que recientemente fueron desplegados para reforzar la seguridad tras accidentes, o “hechos atípicos” como le llaman las autoridades de la Ciudad de México.

Pepe cuenta que desde hace varios años practica el cruising en el Metro porque le gusta tener sexo en lugares públicos con desconocidos. Como él, miembros de las poblaciones LGBT+ van a la “cajita feliz del Metro” porque, señalan algunos, “es su espacio”.

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Pepe ya hizo contacto con otro pasajero. Se cambia de asiento y comienza a tocarlo. Está a punto de bajarse a tener sexo oral cuando de pronto: “Aguanta, aguanta, aquí están estos cabrones”.

Acepta que a tan solo unos días de que entró la Guardia Nacional al Metro , la da “culo” porque no sabe qué le puedan hacer los guardias nacionales si lo cachan haciendo cruising: “La neta me da culo, quién sabe a dónde nos lleven o qué nos hagan (...) como sea, a los polis les valía”.

“O chance y le entran estos cabrones”, dice Pepe entre risas.

El joven falla en tener sexo en el último vagón del Metro en su primer intento. Llega a Barranca del Muerto y “no agarra nada”. Ahora se regresa a la estación Rosario, donde un elemento de la Guardia Nacional ya espera al final del andén.

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El guardia nacional camina con las manos atrás y observa quiénes se suben al último vagón: todos son hombres que quieren hacer cruising.

Pepe va por su segundo intento de cruising en la línea 7 del Metro. Avanza siete estaciones y nada. Se baja en Polanco a esperar el siguiente convoy, ante la presencia de los guardias nacionales.

-¿Están haciendo travesuras?, se pregunta.

-Que se porten bien, responde un elemento de la Guardia Nacional mientras camina al final del andén .

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Pepe da por finalizado su intento de cruising en la línea 7, para buscar acción en la línea azul, que va de Toreo a Tasqueña.

“Ahí sí hay militares que jalan”, asegura.

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Y en las redes sociales…

Mientras Pepe falló en tener sexo en el último vagón del Meto por la presencia de la Guardia Nacional, en las redes sociales se muestran comentarios al respecto:

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“Quienes andaban muy molestos con el cruising en el Metro tal vez puedan darse por satisfechos, pues ahora se han reforzado los mecanismos de control social del espacio público gracias a Sheinbaum”, comenta “El dios del cruising” en redes sociales.

“Yo creo que ya se acabó el cruising en el metro, chicas jajaja”, expresa “Irving Diablo”.

“Deberían estar contentxs muchxs, ya van a poder hacer cruising en el último vagón del metro con militares”, escribe @Saruchango

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