Cuando en enero de 2021 las Navidades pasaron su factura y la pandemia en Ciudad de México rompió sus límites y morían 480 personas al día por el Covid-19. Entonces, las autoridades de la Gustavo A. Madero dejaron operar un crematorio ilegal en Funerales Uribe debido a que “las cosas están terribles en pleno semáforo rojo”.
Esto fue lo que un funcionario público de la Dirección de Verificación y Vigilancia de la alcaldía dijo a un grupo de vecinos de la colonia Guadalupe Proletaria que estaba protestando por el horno. La demarcación les pidió que lo dejaran funcionar al menos durante un mes. Los afectados se negaron.
Documentos y audios recabados por EL UNIVERSAL muestran que Grupo Preisa, al que pertenece Funerales Uribe, no tiene una concesión para operar un horno crematorio en sus instalaciones del barrio Guadalupe Proletaria y que, por su uso de suelo y situación, no podría operar.
Leer también: En Atizapán se oponen a apertura de crematorio
Fue por mayo de 2020, recién llegado el coronavirus, la pandemia y los muertos a México, cuando los vecinos vieron por primera vez que la Funeraria Uribe Vargas despedía por una chimenea un espeso humo inundando el barrio con un olor nauseabundo. Las casas inmediatas, pared con pared, se calentaban terriblemente.
Los patios se llenaron de cenizas, que no entraron a los hogares porque cerraron las ventanas y pusieron trapos para tapar las juntas. Eran los gases y restos de los cadáveres incinerados en un horno crematorio que ninguno sabía que estaba dentro de esta funeraria de barrio.
Un mes después, a un ritmo de cuatro o cinco muertos cremados al día, un grupo de vecinos, cansados del silencio de las autoridades, decidieron llamar su atención de la mejor forma que se les ocurrió: causando un caos vial al cortar el Eje Central Lázaro Cárdenas.
Lograron su objetivo y, aunque la funeraria siguió abierta, dejó de operar el horno. Hasta que en enero de 2021 volvió el humo negro y el calor infernal.
Leer también: Clausuran crematorio clandestino en San Juan del Río
Llamaron de nuevo a las autoridades. En varios audios grabados por los vecinos de sus reuniones a finales de enero con funcionarios de la Gustavo A. Madero y Ciudad de México se escucha: “El horno se va a desmantelar (...) ahora no hay dónde cremar (...) pero les dije que podían operar 30 días”. Otro servidor público, el mismo día, tras decirles a los vecinos que pidan los permisos por Transparencia, comenta que “se les facilita una prórroga por la pandemia”. La única forma de volver a cerrar el crematorio fue, de nuevo, cortar el Eje Central.
Un horno crematorio es un equipo industrial capaz de alcanzar temperaturas de 870 a 980 grados centígrados. Una funeraria en la GAM que quisiera tener uno en sus instalaciones debería contar con un uso de suelo tipo habitacional mixto, según el Programa Delegacional de Desarrollo Urbano, y la colonia Guadalupe Proletaria tiene habitacional con comercio en planta baja.
27 crematorios concesionados
En la Ciudad de México, la Consejería Jurídica y de Servicios Legales tiene concesionados 27 crematorios. La consejería se negó a facilitar información por canales oficiales y hubo que conseguirla vía Transparencia. Según el encargado de Comunicación Social, “todo el tema de defunciones, crematorios, cementerios ha experimentado un bajo perfil durante la pandemia, pues se ha buscado no alarmar”.
Las grandes empresas del sector, como Gayosso o J. García López, tienen una concesión por cada uno de sus crematorios, con direcciones específicas.
Hay una Uribe Vargas Agencia Funeraria S.A. de C.V. que tiene un permiso para operar un horno desde diciembre de 2005, pero en su sede de la calle Puebla, en la colonia Roma, de la alcaldía Cuauhtémoc.
“En los 90 trataron de poner un horno en la sede de la colonia Roma, pero las autoridades les dijeron que les darían problemas y temían que los vecinos se organizaran en contra”, cuenta Luis, un extrabajador de Grupo Preisa, con más de una década de experiencia en el ramo, “así que decidieron traerlo aquí. Creo que pensaron que la gente sería más dócil o más fácil de convencer con dinero”. Pide anonimato por miedo a represalias.
Leer también: El viacrucis de hallar funeraria en Tijuana; pagan cremaciones de hasta 21 mil pesos
Explica que ha visto cómo el dueño de la funeraria ha ofrecido servicios de cremación gratis a afectados si dejaban las protestas contra el crematorio. Una vecina de más de 70 años confirma que a ella le ofrecieron un servicio, que ronda los 15 mil pesos.
La forma en que el horno se instaló en la funeraria de la Guadalupe Proletaria fue, según el extrabajador, extraña. A las tres de la madrugada llegó un camión desde Torreón. Tiraron una ventana, metieron el horno en la planta baja, donde casi no cabía, y volvieron a construir la ventana. “Nadie se enteró ”, dice.
De acuerdo con cifras del Consejo Mexicano de Empresas de Servicios Funerarios, en la CDMX existen 450 funerarias, de las que 200 trabajan con deficiencias.
El organismo estima que, de todo México, 60% son informales, cumpliendo sólo 30% con las normas y 20% de las funerarias en el país tienen estándares de calidad, cumpliendo con normas sanitarias y permisos.
Las normas de funcionamiento de un horno crematorio son reguladas por la Consejería Jurídica. Éstas marcan que un horno crematorio tiene que contar para su operación con sistemas de parado de emergencia, con paredes y bóvedas de material refractario, garantizar que no exista escurrimiento de grasas, líquidos corporales ni salida de humo y emisiones fugitivas de gases a la atmósfera, y que no generen contaminantes potencialmente peligrosos para la salud que contribuyan o favorezcan la formación de agentes cancerígenos.
“Otros hornos crematorios tienen un canalito para que salga la grasa. En este se queda dentro y se cocina, como cuando pones carne en el sartén, tampoco tienen ningún sistema de parado ni de seguridad, sólo un extintor de 20 kilos al lado, tampoco un generador por si se va la luz y las emisiones son grandísimas”, comenta Luis.
Leer también: Encuentran crematorio clandestino con restos humanos calcinados en Sonora
Describe, en otras funerarias tienen un espacio de ventilación amplio, mientras este está pegado a dos paredes y de la tercera lo separa un metro. “Creo que también por eso calienta tanto las casas vecinas”. En enero, añade, para emitir menos humo por la chimenea, cremaban con la puerta del horno entreabierta. Entonces los gases negros llenaron capillas y oficinas.
Se solicitó postura o entrevista a Grupo Preisa, la alcaldía Gustavo A. Madero y la Consejería Jurídica. El primero declinó, la segunda alegó que todo era responsabilidad de la Consejería y ésta ni se molestó en contestar.
Según cuenta Luis, cada vez que han llegado las autoridades se les dice a todos los trabajadores que se vayan a limpiar ataúdes a una bodega cercana mientras la gerencia y dueños se quedan a solas con ellos en la funeraria. Cuando les cerraron por incumplir las normas frente al Covid, los sellos no cerraron la puerta principal y dentro de la funeraria siguieron trabajando, sólo que con las luces apagadas.
Más casos
El de Funerales Uribe no es el único reporte similar durante la pandemia. En CDMX, durante el mismo enero de 2021, vecinos denunciaron la operación de un crematorio ilegal en la Funeraria Lozano, de la Agrícola Oriental.
Los dueños presentaron un permiso supuestamente otorgado por la Consejería Jurídica. Esta funeraria no aparece en el listado de los crematorios concesionados. Hay una decena de historias similares en Tecámac, en junio de 2020; Toluca, en noviembre de 2020; San Miguel de Allende, en febrero 2021; Minatitlán, en marzo de 2021, entre otras.
Leer también: También crematorios y productores de ataúdes están saturados
En la CDMX se solicitó por Transparencia a la Secretaría de Salud un listado de las inspecciones realizadas a panteones, funerarias y hornos crematorios. En total, durante la pandemia, se realizaron un total de 26 visitas. En las 10 que han concluido, ocho fueron apercibidas, otra fue suspendida y sólo una pasó el examen “sin anomalías”.
Los motivos más comunes son infraestructura inadecuada, falta de formación adecuada del personal y falta de manuales de seguridad.