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Metepec, Méx.— Al albergue de migrantes comenzaron a llegar hondureños y salvadoreños 20 días antes de que saliera la caravana que busca llegar a Estados Unidos, dijo Armando Vilchis Vargas, responsable de este espacio localizado dentro de un taller mecánico en donde actualmente hay 70 personas, entre ellos nueve niños y dos embarazadas.
La mayoría coincidieron en que no buscan llegar a Estados Unidos, sino quedarse a vivir en Monterrey, San Luis Potosí, Guadalajara, Durango, Sonora, Puebla y Toluca; dicen que buscan emplearse en áreas de la construcción, electricidad, sector hotelero o de comida, pues algunos ya lograron legalizar su estancia en México.
Vilchis Vargas representa una de las 50 organizaciones civiles que se reunieron el lunes de esta semana en la Ciudad de México para definir la atención a los integrantes de la caravana, a la que asistieron autoridades capitalinas, integrantes del gabinete del gobierno federal electo, diputados federales y senadores, además de representantes de organismos de protección a los derechos humanos; pero “ningún diputado ni representante del gobierno mexiquense”.
El responsable del albergue confirmó que a este sitio y junto con la parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles, en la colonia Reforma, de Toluca, esperan la llegada de hasta mil centroamericanos que atravesarán por la entidad y la Ciudad de México en los próximos días; sin embargo, “no tenemos alimento, ropa, gas, electricidad y otros servicios”, alegó el encargado.
Dijo que entre otras adversidades, se enfrentan al hostigamiento de policías municipales, estatales y ministeriales, que por las noches entran sin órdenes de cateo, para revisar a los migrantes, amparados en que buscan delincuentes, actos por los que estableció 21 denuncias ante la fiscalía, de las cuales ninguna fue resuelta.
Los migrantes usualmente son contratados en taquerías, para la limpieza en comercios y sobre todo en trabajos de albañilería, en donde les pagan entre 100 y 200 pesos al día. Entre los migrantes se encuentra una pareja de hondureños; Wilmar se quiere quedar a vivir en Monterrey, mientras que su pareja, con cinco meses de embarazo, Gina, intentará —por tercera ocasión— cruzar la frontera para llegar a Houston, Texas, en donde se encuentran sus dos hijas que desde hace un año dejó con un hermano cuando fue deportada.
Ambos dijeron que sus compatriotas les informaron sobre el albergue migrante de Armando y les explicaron cómo llegar hasta Lechería en el tren, irse en suburbano hasta Buenavista y de ahí a Observatorio para llegar a Toluca.