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Xonacatlán, Méx.— Hombres y mujeres del municipio de Xonacatlán formaron, desde el 14 de enero pasado, guardias civiles para vigilar el bosque en San Miguel Mimiapan e impedir la tala clandestina que realizan grupos criminales, y que de acuerdo con pobladores, ha devastado 75% del lugar.
Con viejos rifles y revólveres en mano, los habitantes han enfrentado en dos ocasiones a los taladores ilegales equipados con motosierras y armas de grueso calibre.
La creación de las guardias civiles respondió al llamado de Abraham Casas, un médico que además es el secretario del comisariado ejidal de Xonacatlán, tras denunciar la inacción de las autoridades de todos los niveles para intervenir, pues afirmó que han ignorado su solicitud de apoyo.
Ahora, desde la conformación de estos grupos han tenido contacto con personal de la Guardia Nacional para que haya rondines.
Abraham Casas explicó que al llamado en enero respondieron hasta 120 personas o más, todos de la comunidad. “Aquí no hubo distingo, mujeres y hombres somos iguales, todos estamos defendiendo el bosque, no hay de otra más que entrarle, pero eso sí, yo les dije ‘vámonos armados’”, aseguró.
Con la voz cortada, el médico relató que no pueden soportar más la devastación del bosque.
Consideró que de los troncos y sus frondosas copas depende su vida y la de sus nietos, pues de ellos se abastecen los manantiales que producto de la tala clandestina se están secando.
“Yo hasta dar mi vida por el bosque. La verdad prefiero que me maten aquí a que se lo sigan acabando. Mire nomás, mis nietos me decían ayer: ‘Abuelo, qué dejaron hacer a esos malos’”, lamentó.
Para la explotación de estos bosques, las células criminales utilizan a hombres de los 12 poblados que conforman el municipio, para convencerlos de soportar jornadas largas de tala y carga de la madera en camiones de una y media toneladas.
Para ello, “los drogan, nos dimos cuenta que pusieron una tiendita donde les dan drogas y así los mensos que talan pueden soportar toda la noche o la mañana cortando y cargando”, añadió Abraham.
Xonacatlán se ubica en el Valle de Toluca, Estado de México. En medio de Toluca y Naucalpan, aunque el bosque está enclavado en altos cerros. Durante el recorrido que realizó EL UNIVERSAL junto a los pobladores, se observaron varios kilómetros de pinos en el suelo, algunos quemados, otros a medias. La mayoría abandonados porque las guardias civiles no permitieron seguir con esta actividad ilegal.
Desde el punto donde el camino ya no permite a los vehículos ascender hasta la parte superior del cerro, se recrudece el panorama de árboles partidos por las motosierras.
Los taladores se llevaban hasta 120 tablillas de madera diario, cargaban hasta tres o cinco viajes en promedio con cuatro a seis metros cúbicos de árboles, porque hay de 2.5 toneladas y pick up.
Para llegar a este bosque hay que pasar cuatro retenes, uno de ellos al pie del módulo de la policía municipal, abandonado desde hace meses, dijeron los vigilantes.
Una especie de trinchera que protege a 10 o 12 hombres que en cada turno revisan que las camionetas no vayan cargadas de madera. Y en otros puntos, internados en el bosque, las barricadas son enormes piedras de algunas toneladas que fueron colocadas para impedir el avance de los automóviles.
En el lugar no se ve autoridad municipal. Una patrulla de la célula violeta estacionada afuera de un kínder fue toda la vigilancia oficial que se observó en la zona.
“Ya ve que no hay nadie acá, nos dejaron solos y estamos hartos, cansados que cuando pueden vienen por el voto y luego nos dejan solos, pedimos ayuda, fuimos a Probosque, a Conafor a la Ciudad de México y nadie ha venido, pues lo defendemos nosotros, es nuestro”, dijo Gabriel Pérez, uno de los vigías en el retén del módulo de policía.
Son 850 hectáreas, y pobladores aseguraron que 75% del bosque es lo que se han llevado grupos criminales para vender en apenas mil 800 pesos una tonelada y media de madera, destinada a cinco aserraderos de la zona, empresas que revenden el producto en cuatro veces lo que pagaron.
El comisario explicó que piden a las autoridades que los volteen a ver, que les ayuden a reforestar, pero no con dinero, no quieren programas forestales en efectivo “porque el dinero todo lo corrompe, queremos que nos digan cómo hacemos para sembrar árboles que duren, que crezcan, porque desde que defendemos el bosque con células de hasta 40 personas por turno, también han venido a quemar los árboles, es una forma de venganza”, refirió.
“Hasta donde sea necesario vamos a llegar, es lo que tenemos que hacer. Estamos dispuestos a dar la vida, aun si hay guardias, policías, porque el bosque es nuestro”, añadió Gabriel Pérez.