“¿Me da pa’ mi calaverita?”
Es la frase que casi no se escuchó este Día de Muertos en la tierra del Coyote en Ayuno.
Los vampiros, brujas, diablitos, catrinas, hombres lobos, seres siniestros y de ultratumba no salieron a espantar ni a pedir dulces.
La emergencia sanitaria provocada por el Covid-19 impidió que esos personajes coparan las calles del territorio local, como ocurría en años anteriores.
Los mensajes que difundieron previamente las autoridades locales para que la celebración del Día de Muertos fuera desde la casa de los residentes tuvo eco.
Las calabazas de plástico que vendían en una tienda de la avenida Gustavo Baz, casi en el entronque de la avenida Carmelo Pérez, en las que los pequeños echan los dulces que les entregan los comerciantes, tendrán que esperar otro año para ser comercializadas.
Este 2020 quedarán colgadas en la entrada del negocio que vende materias primas y artículos para fiestas.
Esa avenida que suele ser muy transitada por peatones y vehículos durante este festejo que forma parte de la cultura mexicana lució con poco movimiento durante la tarde-noche del domingo.
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Los vendedores sí instalaron sus puestos ambulantes a la espera de los clientes, que tal vez por el frío otoñal que se sintió este 1 de noviembre, prefirieron quedarse en su casa a esa hora de la noche.
El que no tuvo frío fue el malabarista que lanza palos de fuego al aire en la esquina de la avenida Nezahualcóyotl y avenida Pantitlán.
Los automovilistas que esperaban el cambio de luz del semáforo vieron con expectación el número del artista urbano que sin suéter, solo con una playera y pantalón, fue hacia ellos en busca de alguna moneda como pago por el show instantáneo de un minuto.
Muchos negocios cerraron antes de que algunos pequeños acompañados de sus padres caminaran disfrazados por las calles y avenidas del segundo municipio del Estado de México.
El ayuntamiento notificó a los propietarios de los establecimientos que no deberían regalar dulces en esta ocasión para evitar aglomeraciones y la potencial propagación del coronavirus que ha convertido a esta localidad en la segunda con más casos positivos y de defunciones de la entidad mexiquense.
Y esa prohibición afectó el negocio de maquillaje que se instaló sobre la calle Escondida, casi esquina con Ángel de la Independencia, al que solo llegaron algunos niños para que les pintaran su carita de algún personaje de película infantil o de terror.
En donde sí se registró mayor afluencia de consumidores fue en las panaderías de una cadena comercial y en las pizzerías donde había una larga fila para poder comprar los productos que estaban en promoción el primer domingo de noviembre.
“¿Me da pa’ mi calaverita?”
Se extrañó escucharla esta vez con mucha frecuencia.
Fotos: Diego Simón/ EL UNIVERSAL
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lr/ rdmd