Debido a los altos niveles de contaminantes, la (ZMVM) lleva más de 48 horas en fase 1 de contingencia ambiental por ozono, la séptima de la temporada y una de las más largas de los últimos meses.

El objetivo de activar la contingencia ambiental es disminuir las emisiones a la atmósfera, lo que impacta en la vida cotidiana de los habitantes, al reducir su movilidad.

La mala calidad del aire también tiene efectos en la salud de la población, ya que el ozono es irritante, explicó , especialista en Ciencias Químicas de la Universidad La Salle.

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“El ozono es un elemento, entonces los ojos, la nariz, la garganta irritada es lo que generalmente se observa cuando hay altas concentraciones de ozono”, indicó.

Destacó que si bien el periodo de alta radiación es “relativamente normal”, el problema surge cuando se combina con otras sustancias, como lo es el ozono.

“Las contingencias que hemos tenido han sido por ozono, esto se debe a que estamos atravesando una época del año con alta radiación y en la atmósfera existen precursores de ozono que generalmente se deben a la combustión de automotores, al transporte público. Cuando tenemos estos dos elementos: precursores de ozono y alta radiación, hay una reacción química que genera altas concentraciones en la atmósfera”, señaló.

Aunque en los últimos años la temperatura y los índices de radiación han ido en aumento —en todo el mundo—, el especialista recordó que hay casos en otros lugares de la República en donde también hay alta radiación, pero no problemas por presencia de ozono.

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Por ello, consideró que se requiere una política pública en la Zona Metropolitana en la que se reduzca la generación de contaminantes, para que a su vez haya menos afectaciones a la salud.

“Promover el transporte público, disminuir la cantidad de contaminantes que se emiten a la atmósfera, como medida preventiva a través de la cual se disminuye la presencia de contaminantes, y a su vez, se estarían disminuyendo la posibilidad de que se presenten contingencias ambientales; es un tema de política pública que tiene que ir orientada al transporte”, explicó.

Castelán Crespo mencionó que la calidad del aire en la Ciudad de México se ha monitoreado desde la década de los años 80, por lo que las metodologías para su medición han ido avanzando, al igual que la ciencia en la materia; sin embargo, explicó que los indicadores revelan que “no ha habido grandes avances en cuanto a mejorar las condiciones de calidad del aire, pues la tendencia es a la alza”.

La mejor prueba de que la calidad del aire no vaya hacia una mejoría en los últimos años fue la época de la pandemia de Covid-19, en la que se solicitó reducir la movilidad, por lo que lo lógico habría sido que la calidad del aire mejorará por el confinamiento; sin embargo, esto no ocurrió, concluyó el académico.

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