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Ante la pandemia de coronavirus y la pérdida temporal de trabajos, habitantes de la Ciudad de México han tenido que improvisar y buscar la manera de tener una fuente de ingresos.
Un ejemplo es Irvin Enrique Bautista Reyes, quien tuvo que cerrar el bar donde trabajaba para seguir las medidas sanitarias; sin embargo, la necesidad de sobrevivir hizo que él y cuatro compañeros establecieran un negocio de comida.
Hace algunos meses, Irvin y su equipo iban a comprar hielo, cervezas, botellas de vino, jugos para hacer cócteles, botanas. Ahora, desde las 08:00 horas, salen a comercios de San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, y compran todo lo necesario para preparar un menú por 50 pesos, el cual consta de sopa, guarnición, guisado y medio litro de agua.
Cuando el equipo necesita comprar insumos al mayoreo, visitan la Central de Abasto, pero siempre usando cubrebocas.
Desinfectan las frutas y verduras que adquirieron, preparan los alimentos y toman sus bicicletas o un vehículo si son muchos los pedidos para dirigirse a los puntos de entrega.
Para allegarse de clientes, Irvin y sus compañeros utilizaron las redes sociales del bar con el hashtag #hazparo y ofrecen los platillos del día en lugar de las bebidas que preparaban antes del cierre del negocio.
La gente de San Lorenzo Tezonco y alrededores también puede pedir los alimentos por WhatsApp o al teléfono 56 16 09 83 35.
Opciones
Irvin explica que, por necesidad, él y su equipo están llevando comidas a domicilio, situación que también los ha enfrentado al temor de contagiarse.
“Obviamente tomamos las medidas de precaución, pero aquí en la zona hay mucha gente que no cree y no se cuida. Desgraciadamente tenemos que tomar medidas preventivas para salir y seguir trabajando, porque si nos pasa algo, se pierde el equipo y se caen los ánimos”, relata en entrevista con EL UNIVERSAL.
El joven pide a quienes tengan la posibilidad de quedarse en casa que lo hagan, que disfruten de su familia y apoyen iniciativas como la de él y la de los comercios locales.
“Si consumimos de manera local, podemos ayudarnos entre todos. Estos servicios son más que nada para cuidar que la gente no salga, porque en nuestra colonia hay gente mayor y [nosotros] no estamos acostumbrados a quedarnos quietos”, expresa el joven.
“Después de todo esto va a haber días difíciles; en nuestro caso no sabemos si vamos a tener la misma cantidad de clientes [en el bar]. Esto nos va a pegar durísimo, sicológicamente no seremos los mismos”, dice.