Frente a las tragedias, los mexicanos se unen, gritan, exigen. Esta vez fue por Tláhuac y sus víctimas, los 26 muertos y 70 lesionados que dejó el colapso de la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.

Cientos de manifestantes se reunieron afuera de la estación Culhuacán y partieron en punto de las 18:00 horas sobre avenida Tláhuac con dirección a la estación Olivos, la llamada zona cero pues ahí ocurrió el siniestro.

La marcha unió a pocos familiares de las víctimas quienes denunciaron la falta de ayuda del Gobierno de la Ciudad de México. Este apoyo prometido por la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo desde el día del colapso, pero, los familiares, dicen que aún no llega para nadie.

Un sólo grito rugió de las entrañas de cientos de capitalinos: ¡Justicia y castigo! a las autoridades que no midieron el impacto de las denuncias ciudadanas que ya alertaban un derrumbe en una de las trabes de la intersección de la estación Tezonco y Olivos, justo el mismo que el lunes 3 de mayo cayó a las 22:25 horas.

La tragedia trajo consigo el Himno Nacional recitado en la entrada de la estación Olivos, en donde se colocaron pancartas en donde responsabilizaban del siniestro a la directora del Metro, Florencia Serranía. Otras señalaban: “Nos morimos juntos o nos morimos separados”.

Cuando la manifestación llegó a Olivos, Araceli Linares, de 52 años, perdía la vida luego de días de lucha. Se sumó al número de fallecidos, el cual subió a 26.

Nada podía detener la noche del viernes el hartazgo de una sociedad, la rabia que se acumuló desde la noche del lunes, la desesperación por la calma en las palabras de las autoridades de la Ciudad de México.

“Tláhuac unida jamás será vencida, Tláhuac unida jamás será vencida”, gritaban y a ello sumaban el reclamo “no fue accidente, fue negligencia”.

La marcha caminó tranquila, no había prisa para nadie. Las veladoras que portaban se aferraban a no encender por los fuertes vientos. La rosas blancas y los ramos se deshojaban. Las gargantas se desgañitaban.

La Ciudad parecía haberse unido en los puños en alto de los manifestantes. Los vecinos de Tláhuac se unieron.

Al arribar a la zona cero, elementos de la policía capitalina realizaron un cerco que quedó débil, pues entre empujones los manifestantes lograron quitar a los informados.

“Ayúdeme a pasar poli”, comentó una manifestante quien intentaba brincar las vallas metálicas que fueron instaladas.

“No puedo”, respondió el uniformado, quien se quitó y luego de eso una turba de personas ingresó a la zona cero.

“Sí se pudo, sí se pudo”, señalaban. Frente a la ruinas del Metro los manifestantes exigieron más justicia, pero del otro lado de la avenida, ya los esperaba una banda de guerra proveniente de Iztapalapa, quienes rindieron honores a los fallecidos.

La velada concluyó con el Himno Nacional a gritos. Con café y pan para los manifestantes y con el rugido de los carros sobre avenida Tláhuac.

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