Los capitalinos no se quedan en casa ni con la alerta de estar al límite del semáforo rojo por Covid-19. El fin de semana lo aprovecharon para pasear y hacer compras navideñas en el Centro Histórico, acudir a la Iglesia de San Hipólito o tomarse una cerveza en un tianguis, mientras los músicos de banda ambientan para ganarse unos pesos.
Son los claroscuros de una capital que desafía al semáforo naranja, con 200 mil 704 casos positivos desde marzo al 27 de noviembre, y en las últimas semanas con un crecimiento en hospitalizaciones y decesos.
Hombres y mujeres salen a la calle y conviven como si la pandemia no existiera, como si fuera un recuerdo difuso que tras alerta y alerta de regresar al color rojo se va desdibujando.
EL UNIVERSAL realiza un recorrido en diversos tianguis, primero en Iztapalapa y luego en Coyoacán, sobre el Eje 10.
“A seis puestos venden micheladas, pero sólo es para llevar, ya ves que hay operativos”, dice un hombre en una base de taxis ubicada sobre el Eje 10.
En este tianguis hay tramos en donde la gente inevitablemente se acumula, algunos usan su cubrebocas, otros no.
En un puesto de barbacoa, los dueños deciden colocar cubículos que dividen a los comensales, para evitar contagios.
Uno de los visitantes refiere que únicamente viene comer y después se regresa a su casa, pues hay muchas personas, pero otros lo toman de paseo y permancen más tiempo.
En el Centro de la Ciudad de México, pese a que la Iglesia de San Hipólito estuvo cerrada ayer para evitar que los feligreses acudieran a celebrar a San Judas Tadeo, pues era 28, pero los fieles llegan, como cada mes, a cumplir una manda, a dar gracias o a pedirle un favor.
“Hice una manda ya que mi mamá se enfermó de Covid-19, entonces prometí venir a regalar dulces, desde el mes pasado tenía que cumplir mi manda, pero había mucha gente y estaba cerrado en la tarde. Hoy que pensé que no iba a haber tanta gente porque no es el día bueno, sí hay”, comenta Cristian Sánchez, comerciante que asiste desde hace seis años a este templo.
Desde las 09:00 horas, los feligreses están reunidos afuera de la iglesia, sin mantener la sana distancia, la cual queda aún más en el olvido cuando alguien regala dulces o imágenes para cumplir una promesa.
“Vine con mi esposa a ver qué nos compramos para estrenar ahora en Navidad o Año Nuevo, aunque nada más nos quedemos sentados en la sala”, dice Francisco Cuevas, quien junto con su esposa acude a un establecimiento ubicado en la avenida José María Pino Suárez.
Alrededor de las 11:00 horas, los ríos de personas se observan sobre esta zona, sin respetar la sana distancia, usan mal el cubrebocas o sin él.
Unos con bolsas de ropa, otros con adornos navideños. Algunos aseguran que era por necesidad que acuden a esta avenida principal del primer cuadro de la capital del país.
“Me tocó venir a ver unas cosas que se necesitan en la casa, entonces pues así como las compre me regreso, porque sí hay mucha gente”, comenta a esta casa editorial Susana Suárez, una de las millones de personas que se les ve transitar durante este fin de semana por el Centro.