Nueve días después de que sus familiares reportaran la desaparición de Maricela, la noche del miércoles se reunió nuevamente con ellos, pero sin vida.
Su cuerpo estuvo en el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) cinco días en calidad de desconocida, lo que a decir de sus padres y la comunidad otomí, fue consecuencia de una serie de errores que cometieron las autoridades locales.
Aunque la muerte de la menor de 16 años, según las autoridades, fue a consecuencia de un accidente de tránsito la madrugada del 22 de marzo en la intersección de las avenidas Bucareli y Reforma, los deudos no concuerdan con la versión, pues aseguran que la joven sabía “moverse en esas calles” y más esa zona, donde acostumbraba trabajar.
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Esa madrugada empezó el calvario de Maricela. El reporte de la fiscalía capitalina indica que paramédicos se llevaron el cuerpo aún con vida y lo trasladaron a un hospital de Iztapalapa, luego otro informe de la misma dependencia refiere que la menor llegó sin vida a dicho hospital, por lo que se llevaron el cadáver en calidad de desconocida al Incifo.
“Hicieron todo mal con mi sobrina, le tiraron a la basura su ropa, no le tomaron fotos en vida y entonces no sabemos si llegó viva al hospital, si ya estaba muerta o dónde estuvo todos esos días, no sabemos qué hicieron con ella”, dijo Joaquina, tía de la menor durante el velorio en el campamento otomí ubicado en la colonia Juárez.
“Luego, en el Incifo nos la enseñan toda maltratada e irreconocible, así no se debe tratar un cadáver, ella fue víctima de un delito y así como la trataron, borraron toda la evidencia que podía tener el cadáver para encontrar al responsable. Qué pensaron las autoridades, que porque era indígena nadie iba a reclamar su cuerpo y entonces le tiraron su ropa y nos la entregaron toda mal”, añadió.
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Sus amigos, hermanos y la comunidad otomí le dieron el último adiós, entre llantos exigieron justicia y que su muerte no quede impune y que los encargados de la fiscalía reconozcan el error que cometieron al tratar a Maricela de esa manera.
“Nos dicen que un carro la atropelló, nos enseñaron un video y vimos que era ella y aún así no nos querían entregar el cuerpo. Del responsable no nos han dicho nada, no tienen ni una pista y no creo que sea posible que en ese lugar tan vigilado y transitado puedan matar a alguien y no se encuentre a quien lo hizo”, expuso Remigio, integrante de la comunidad otomí.
“Se tuvo que hacer un escándalo para que se hiciera todo, para que nos entregaran el cuerpo porque primero nos dijeron que sería como un año, si teníamos suerte”, agregó.