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Elena sueña despierta que su hijo regresa a casa de trabajar y ella, como todas las mañanas hasta hace un año, toca la puerta de su cuarto para desearle buen día; pero sabe que eso no pasará, pues José Gerardo Martínez, quien fue editor del Servicio Universal de Noticias (SUN), la agencia informativa de EL UNIVERSAL, fue asesinado la madrugada del 6 de enero de 2018 en un asalto en la colonia Ajusco, Coyoacán.

“A lo mejor la gente para consolarme me dice que como era tan bueno tal vez Dios se lo llevó [porque] él necesita quién le ayude con tanta maldad; a lo mejor soy egoísta, pero como madre me hace falta mi hijo”.

De todos los recuerdos, uno de los que más le duele es que ese día no se despidió de Gerardo, pues prefirió dejarlo dormir porque él trabajaba en la redacción por las tardes. El último mensaje que tiene en su celular es del 4 de enero en el que le escribió: “Descansa, mamá, besos” y una imagen de un corazón que palpita.

Los fines de semana Elena y su familia van a la tumba de José Gerardo, a menos de 15 minutos de su casa, para adornarla con macetas de flores y sembrar las cactáceas que él solía coleccionar en su cuarto. En ese pequeño cementerio del Pueblo de La Candelaria, en Coyoacán, donde la mayoría de los habitantes se conocen, hace un año llegaron decenas de vecinos, amigos y colegas del periodista para darle el pésame.

“La gente gritaba que esto no podía quedar impune porque [Gerardo] hizo mucho por la colonia; impulsó un proyecto, se encargó de mandar a cambiar banquetas, ¿cómo no lo iban a querer?”, recuerda la madre del periodista.

Del editor de 35 años se dice en las calles de su colonia y en la redacción de esta casa editorial que era un caballero y un ser humano que siempre apoyó a los suyos, en las buenas y en las malas.

Doña Lucía, quien lo conoció desde que nació, dice que “fue un vecino muy respetuoso. Yo creo que no hay alguien con quien no tuviera atenciones. Qué pena y qué dolor tan grande dejaron estas dos personas en la comunidad de la Candelaria”.

Una de sus amigas, Laritza, lo recuerda como un hombre “muy práctico, era buen amigo, podías confiar en él y siempre te apoyaba. Siempre estaba para los demás, se olvidaba de él para ayudar”.

Uno de sus colegas recuerda que “José Gerardo era muy sociable, meticuloso con su trabajo y un polemista apasionado. Antes de dedicarse al periodismo trabajó en el distrito electoral al que pertenece su pueblo. También representó a sus vecinos en la gestión de obras y servicios. Benefició a muchas personas y era muy conocido en su entorno vecinal. La investigación sobre su homicidio no puede dejar margen para la incertidumbre”.

La poca información de las autoridades sobre la investigación y que no se ha detenido a nadie por el caso, sólo ha prolongado el dolor de la familia.

“A mí me duele mucho, y me va a doler hasta que me muera. Me arrancaron un pedazo de corazón, me mataron en vida, me dejaron mutilada porque no tengo a mi hijo. Si me hubieran dicho 'tu vida a cambio de la de tu hijo', la hubiera dado con tal de que no le hubieran hecho nada. Él tenía muchos proyectos por delante”.

Tras 12 meses, Elena cuenta que un vecina se le acercó para decirle que probablemente José Gerardo fue esa madrugada a comprarle juguetes a sus nietos, por lo que se sentía culpable.

Hoy, que se oficiará la misa del primer aniversario luctuoso en la parroquia del Pueblo de la Candelaria, Elena pidió a los asistentes que llevaran un regalo para un albergue de mujeres solteras y una casa hogar del DIF. Así se podrá cumplir con el último deseo truncado de José Gerardo de llevar regalos el Día de Reyes.

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