metropoli@eluniversal.com.mx
Toluca, Méx.— En medio de una colonia peligrosa en Toluca, El Barrio de la Teresona, un grupo de voluntarios acondicionaron un invernadero para el cultivo de frutas, verduras, flores y legumbres mediante la hidroponia, con la esperanza de convertirlo en una alternativa de vida para personas de escasos recursos que viven en un ambiente violento, inseguro y con pocas opciones de desarrollo.
La contadora Gloria Samperio, presidenta del Congreso Internacional de Hidroponia en México, resumió esta iniciativa como “una esperanza de vida que nació de un cúmulo de basura”, pues el invernadero fue construido en un predio municipal que hace más de 20 años servía como tiradero a cielo abierto, donde no había más que restos de lixiviados revueltos con tierra y desechos.
La especialista en hidroponia desde hace 40 años narró que la idea surgió cuando dos jóvenes de esta comunidad acudieron a uno de los cursos que realiza en otro taller, en el que junto con otros especialistas desde hace 20 años imparte clases, ya que se especializó en Alemania, Estados Unidos, China y España, entre otros países.
Dadas las condiciones graves de inseguridad, detalló que ella y los integrantes de la mesa directiva de su organización decidieron hacer un servicio social, hablaron con el ayuntamiento y le solicitaron una máquina para limpiar el terreno y quitar los colchones, animales muertos, basura, llantas y todo lo que había.
Tras instalar la infraestructura, los voluntarios que participan en la Asociación Hidropónica Mexicana comenzaron a impartir los cursos gratuitos, especialmente para las familias de la zona. De hecho, han asistido hasta ahora 3 mil personas.
El sitio donde se encuentra el invernadero antes servía como punto de encuentro para jóvenes que se alcoholizaban o vandalizaban la zona, platicó la especialista; sin embargo, con la coordinación entre autoridades locales y la voluntad de este grupo multidisciplinario lograron transformarlo en un espacio “lleno de vida”, como lo calificó Samperio.
Alrededor del lugar se observan viviendas en obra negra, una barranca que sirve como tiradero de basura, un enorme terreno que antes rentaban equipos de futbol llaneros, pero ahora alberga grandes costales de pet.
Pero al llegar al invernadero el panorama se transforma, al cruzar la puerta se observa el verdor distribuido en largas filas de cubetas, recipientes de plástico, unicel o bidones en los que crecen duraznos, fresas, lechugas o habaneros, todo libre de químicos y dispuestos para el consumo humano.
Convencida de que la pobreza es lo que lleva a una mayor inseguridad, dijo que contribuyen con la gente al poner los servicios sin costo, con la finalidad de disminuir la brecha de desigualdad. Para ingresar a los cursos, los interesados deben registrarse en el ayuntamiento.
Aclaró que no reciben donativos de autoridades gubernamentales, sólo con el apoyo de voluntarios. Para cerrar el círculo de ayuda, hace unos meses acondicionaron el invernadero para que las personas puedan vender sus productos.