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Las entradas en la zona sur de la Ciudad de México, donde los homicidios dolosos y la presencia de grupos delictivos se han incrementado, son vulneradas por hombres armados presuntamente ligados a Los Rojos, cártel establecido en Morelos, comandados por Santiago Mazari Hernández, El Carrete o El Señor de los Caballos, a quien también las autoridades vinculan con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Trabajos de inteligencia de la Federación compartidos con la fiscalía local, apuntan a que una presunta escisión de Los Rojos está utilizando las fronteras con Milpa Alta, Tláhuac y Tlalpan para introducir drogas y armas, y además busca desplazar a los pequeños grupos establecidos en esos sectores, de ahí los homicidios que durante el último mes han sacudido esa zona.
Hoy, el territorio que está en riesgo, según el trabajo realizado por los agentes de investigación, es el bosque del Ajusco, en Tlalpan.
Ahí, las autoridades locales han identificado a por lo menos cinco grupos dedicados al narcomenudeo, la extorsión, el cobro del derecho de piso y la venta de autopartes robadas, incluso la invasión y despojo de predios.
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Quien encabeza este negocio ilícito es identificado como El Valente. Alguna vez perteneció al Cártel de los Beltrán Leyva y es sospechoso de ordenar las seis ejecuciones de la semana pasada en Santo Tomás Ajusco.
En esa misma zona operan Los Camacho, liderados por José Omar Romero Esquivel, El Canario, quien desde prisión sigue ordenando.
Como grupo preponderante se ubica al clan de Don Agus, un hombre de 60 años que por años ha trabajado en la zona. Se cree que cuenta con la protección de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) locales, pues no se tiene una sola fotografía de él; a este grupo, un joven apodado El Rorro le intenta disputar la plaza.
Aunado a esta problemática local, las autoridades identificaron a Abel Maya, jefe de Los Maya, quien viene de Morelos con el apoyo de Los Rojos y, a decir de las indagatorias, es quien ha desplazado a los grupos pequeños. A este personaje se le imputa el homicidio del activista ambiental Paul Humberto Vizcarra, cuyo cuerpo fue dejado en el Ajusco en 2019 junto con el de otra persona, con huellas de violencia y tortura.
En el Ajusco las autoridades consideran que la disputa, más que por los puntos de venta de narcomenudeo, es principalmente por la facilidad que otorga para el trasiego de drogas, armas e incluso la instalación de narcolaboratorios en los lugares más altos, sitios impenetrables para las autoridades.
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En la fiscalía de Tlalpan radican denuncias de comerciantes procedentes del Estado de México, que los fines de semana se instalan en diversos tianguis de la capital del país para vender barbacoa, mixiotes, pulque o artesanías, quienes revelan que por las madrugadas, cuando apenas llegan a la capital, se implementan retenes de delincuentes que les advierten que una vez concluyan sus ventas “se deben reportar” con 10% de sus ganancias o serán agredidos. Esta situación se da en la zona colindante con la entrada de Toluca y el bosque del Ajusco.
También han detectado que en la zona de la alcaldía de Milpa Alta que hace frontera con Tlayacapan, Morelos, es el punto por donde la célula de Los Rojos ingresó y se fue apoderando de todo el sector. Ahí, entre las nopaleras, se han reportado plantíos de marihuana y es el principal acceso de armas de fuego de grueso calibre procedentes de Michoacán y de Jaslisco.
En los puntos mencionados, debido a lo complicado de toda la zona, la vigilancia por parte de la Secretaria de Seguridad Ciudadana, así como los patrullajes y la presencia de elementos de la Fiscalía General de Justicia local, es casi nula. Las autoridades capitalinas no descartan la incursión de la Guardia Nacional para reforzar patrullajes y actividades de vigilancia.