Hugo López Arce bebe café de una taza blanca con el rostro impreso de su pequeña hija, a sus espaldas, en la pantalla de su computadora se reproducen imágenes de las brigadas que surgieron a partir de la pérdida de su sobrino, y recuerda que el pequeño, una noche antes de aquel trágico día, a sus padres les dijo una frase que hoy toda la familia lleva “de bandera”: “el pasado está pisado, el presente es lo que tenemos y el futuro no se sabe”.
En un pequeño espacio en la azotea de su casa en Tepepan, Tlalpan, donde guarda con fervor una infinidad de antigüedades como cámaras fotográficas, de video y viejos micrófonos relacionados con su profesión de productor audiovisual que colecciona desde juventud, Hugo, tío de Gus, un pequeño de 7 años que murió el 19 de septiembre de 2017 con el colapso de su escuela, el Colegio Enrique Rébsamen, abrió las puertas de su casa para platicar con El Gran Diario de México sobre aquel día que marcó para siempre a él y a su familia.
“Una noche antes, mi hermano y mi cuñada le decían que iba a haber un simulacro en la escuela, Gustavín les contestó que qué pasaría si es que él moría, ellos no se sorprendieron porque a pesar de su edad era un niño muy sensible. Tal vez lo presentía o no sé. Mi cuñada le dijo que no pensara en eso, pero la frase se quedó para siempre”, contó el tío que recuerda al pequeño Gus como “un niño amoroso, sensible y caritativo”.
“Llega septiembre y los recuerdos me atacan”, narró. Después de pasar toda la tarde ayudando a sacar escombros del colegio, por la noche leyó en una de las listas de las víctimas el nombre de su sobrino y la ubicación del cuerpo. Como pudo, con la ciudad colapsada, incomunicado pues su teléfono celular se quedó sin batería, pidió a un motociclista que lo llevara al lugar: “no sé si era el Semefo, pero ahí ya me dijeron que sí, que ahí estaba mi sobrino. Llegó mi hermano y pasamos a reconocer el cuerpo y pues comenzaron los preparativos (del funeral)”.
Dos días después del sepelio, Gustavo y Brenda, padres de Gustavín, decidieron llevar víveres a las zonas afectadas y más necesitadas de la ciudad. Acudieron en homenaje a su hijo como Brigada AmiGus, porque sería algo que al niño que “era tan compartido y humano”, le habría gustado hacer.
“Poco a poco los papás de otros niños también del Rébsamen se enteraron y se fueron uniendo a la causa, después ya éramos más y más, no nada más familiares, fue cuando se decidió cambiar el nombre a Brigada Amigos”, agregó Hugo López.
El impacto de la brigada fue tan grande que se convirtió en una asociación civil y tuvo la oportunidad de hacer diez brigadas más. En ellas donaron comida, juguetes, consultas médicas y organizaron actividades culturales para casas para adultos mayores y para comunidades de escasos recursos de la Ciudad de México y en estados vecinos a ésta, como Morelos.
“Sanamos el duelo con las brigadas que consistieron en 5 ejes fundamentales que son: comida, consultas médicas, actividades culturales, ropa y transporte. Llegamos a ser más de 300 voluntarios y siempre con la satisfacción de hacerlo de corazón”, recordó.
La última brigada que se hizo fue para el Día de Reyes de 2020, fue precisamente en Morelos. Después, “llegó la pandemia y ya no fue posible continuarlas porque había que cuidar a los voluntarios y a las comunidades”, aseguró, aunque no descartan que al final de la contingencia sanitaria por Covid-19 retomen las actividades para seguir llevando ayuda a quienes más lo necesitan en memoria de Gustavín y de cada niño que falleció en el Colegio Enrique Rébsamen.
“Siempre presente Gus y siempre presentes todos los niños y niñas del colegio que se nos adelantaron ese día”, aseguró Hugo López, mostrando la frase que le heredó su sobrino y que con orgullo lleva tatuada en su antebrazo derecho.
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