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Al terminar la misa, la familia de Norberto Ronquillo se postró afuera de la Parroquia del Espíritu Santo, sus amigos desplegaron una manta con su rostro en la que se leía “NosfaltaNorberto”, mientras que sus hermanos repartían volantes con la imagen del universitario secuestrado y teléfonos de la procuraduría capitalina para proporcionar información respecto a su familiar.

Quien recibía más abrazos y palabras de aliento era Norelia Hernández, mamá de Norberto, quien sólo tenía una petición para los secuestradores: que le devolvieran a su hijo.

“Yo no los voy juzgar, ellos saben por qué hicieron las cosas, quizá necesitaban el dinero más que nosotros, pero eso ya lo tienen, ahora que me regresen a mi niño, es lo único que pido, con eso los perdono, los perdonamos”.

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