Cristina y Julio cortan flores de cempasúchil, luego las colocan en forma de cruz en la tumba de tres de sus familiares, uno de ellos, su hija Monserrat, quien hoy tendría 34 años, los mismos que esta pareja lleva visitando su tumba, desde 1985.

A lo lejos, en otra sección, se encuentra la señora Silvia y al lado de sus hijos enciende copal en un pequeño anafre que colocaron en la cripta de sus familiares. Cuenta que su madre una vez le dijo que a los muertos que no les prendía veladoras, andaban en la procesión con el dedito encendido, para que ellos mismos alumbren su recorrido.

Ella no quiere eso para sus muertos y acude a visitarlos, con cariño y para que la tradición mexicana de recordar con fiesta, comida, música y alegría a la muerte, no se pierda entre el Halloween estadounidense.

En el Panteón Dolores, en la alcaldía Miguel Hidalgo, el festejo por el Día de los Muertos, en su día uno, transcurrió tranquilo, casi sin gente. Aun así, muchas personas deambularon entre las tumbas para dar con la de sus familiares y amigos.

Este panteón, ubicado entre la segunda y tercera sección del Bosque de Chapultepec, espera albergar a 150 mil personas en ambos días de festividad, y ya en menor cantidad, el domingo. Los servicios desplegados por el Departamento de Panteones de la demarcación, son los suficientes para toda la cantidad de personas.

Los visitantes rociaron un poco de agua a los arreglos florales, colocaron pequeñas telarañas de algodón, papeles morados, vampiros de plástico o una flor de cempasúchil, comida y un buen trago, combinando dos culturas, que no se yuxtaponen entre sí, el Día de Muertos y el Halloween.

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