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Aunque reconoce que está a favor de la aplicación de hospedaje Airbnb, pese a la afectación que provoca al sector hotelero, el secretario de Turismo de la Ciudad de México, Carlos Mackinlay, considera que es necesario legislar al respecto antes de que lleguen los conflictos.
Destaca que ha sido tal éxito de esta aplicación “que algunos vivales del sector inmobiliario construyen edificios de departamentos y no los venden, sino que los ponen en renta con esta plataforma”.
De esa manera, comenta, cubren agua y demás servicios por uso habitacional y no comercial, además de que no están obligados a tomar medidas de protección civil, como sí lo están los hoteles, aunado a que no pagan IVA o ISR.
“Los inmuebles construidos por esos vivales, de manera totalmente informal, aparentan ser de vivienda normal, pero se trata de auténticos negocios de renta de departamentos”, afirma el secretario.
Mackinlay Grohmann explica que Airbnb es una empresa que renta hospedaje sin tener un solo inmueble, sino que contacta a particulares que desean arrendar un cuarto, su departamento o casa por un determinado tiempo.
La app cuenta con 17 mil 229 habitaciones disponibles (de casas y departamentos) en la capital, y tiene rentados 35%, lo que equivale a 4.5% de la ocupación hotelera.
“El servicio hotelero posee 52 mil cuartos y tiene ocupados 65%; es decir, si no existiera Airbnb, estaríamos en ocupación hotelera de 69.5%”, comenta el secretario.
La construcción de estos “verdaderos hoteles disfrazados de departamentos” ha causado gran molestia en el sector, porque este tipo de inmuebles se concentran en zonas como Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, donde está la mayor cantidad de hoteles, “los que es competencia desleal”, denuncia.
Por ello, precisa, urge legislar al respecto, “pero hay que hacer las cosas bien, medidas al vapor pueden ser contraproducentes. Airbnb es el modelo de negocio del futuro, pero que ya está aquí en la Ciudad, por lo que debemos encontrar una solución muy inteligente, única y que sea fácil de aplicar”.
Revela que ha tenido reuniones con diputados locales y el representante de esa aplicación (con sede en San Francisco, en California, Estados Unidos), “para buscar una ley a modo, que nos permita una sana convivencia con el sector hotelero tradicional”.
Entrevistado en su oficina, ubicada en la Condesa, Mackinlay afirma que “los diputados quieren encontrar solución a este conflicto”, aunque lamenta que haya una intención cruzada entre los gobiernos federal y local.
Explica que el primero intenta que todas estas plataformas paguen el ISR e IVA, aunque, desde la administración pasada, el Gobierno capitalino logró imponer un impuesto de 3% a cada departamento o casa que es rentado por Airbnb, que es el mismo gravamen que pagan los hoteleros.
“Ahora queremos ver cómo fiscalizar a Airbnb para que impongamos una medida de resarcimiento urbano; por ejemplo, los precios aumentan en la zona donde prolifera este servicio, ya que llega gente por unos días, con mejor poder adquisitivo que el vecino y los comerciantes, al ver gente mejor vestida y con dinero, suben el precios de sus productos”, argumenta.
La presencia de Airbnb en alcaldías que no cuentan con alojamiento, donde son pocos o nulos los hoteles, como Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco o en la parte sur de Cuajimalpa, ahora el costo de la vida para los vecinos ha subido.
“La aplicación en esas zonas suele generar una economía un tanto distorsionada, pues si tienes un departamento Airbnb con el tiempo ya no necesitarás la vulcanizadora que por años ha estado en la esquina, lo mismo que la papelería. Esto genera el efecto de gentrificación, que tiene que controlarse”, destaca.
Con lápiz y papel, el funcionario hace trazos para explicar que la app forma parte de una serie de empresas de plataformas digitales, “pero he de decir no se trata de tiempos compartidos, sino que son espacios cuyos propietarios ponen a disposición de los turistas”.
Detalla que se trata de una empresa digital que no posee ninguna propiedad, “es como Uber o cualquiera de esas empresas digitales que operan como taxis, que no poseen ningún auto y Airbnb es lo mismo, pero con los inmuebles.
“Si tomamos el caso de una familia que tiene un cuarto desocupado, lo puede rentar por determinado tiempo y le genera un ingreso extra. Eso es sano o al menos va de acuerdo con los nuevos estándares del consumo mundial. Es una propuesta interesante, pues creó una economía colaborativa”, detalla.
Airbnb opera en 191 países y regiones, que incluyen más de 81 mil ciudades y enlista, aproximadamente, 4 millones de alojamientos disponibles para renta; pero a diferencia de México, la plataforma ha sido acusada en ciudades como Barcelona, París y Londres de competencia desleal.
En nuestro país, sobre todo en la capital, dice Mackinlay, la app, “mantiene un diálogo abierto con autoridades y representantes del sector turismo”, a fin de proponer modelos innovadores de regulación y promover reglas de avanzada, para fomentar la inclusión de las personas comunes y las comunidades más pequeñas en el turismo.
“Hay que buscar una legislación que nos permita una sana convivencia entre Airbnb, que es el modelo de negocio del futuro, pero que ya está en la Ciudad, y el sector hotelero tradicional”, reitera.