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Cuando la escalera más larga de los bomberos no se puede usar, llegan los paramédicos del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) para trepar paredes y rescatar vidas humanas. Eso hicieron ocho integrantes del escuadrón al salvar a cuatro pintores españoles que quedaron suspendidos en dos andamios cuando hacían un mural sobre Paseo de la Reforma.
Tres de ellos platicaron con EL UNIVERSAL sobre su labor y explicaron, que aunque no lo pareciera, también tuvieron miedo.
“Yo creo que todos sentimos miedo, no dejamos de ser humanos, pero tenemos que controlarlos para hacer nuestra labor, pues fue una situación de mucho riesgo”, cuenta Eduardo Billar.
Eduardo Billar, de 43 años, es su compañero y también tiene un sobrenombre: El Lápiz, pues heredó ese apodo de su hermano mayor, quien es alto. Los paramédicos descendieron desde el techo a una altura de 20 metros para hacer el primer contacto con los españoles.
Su jefe, el mando Carlos Hernández, de 50 años, contó que “estábamos en la base y se recibió la llamada que corroboramos con el C5, que fue quien nos avisó que había dos andamios ladeados con personas arriba”. Cuando llegaron al inmueble a un costado del cine Diana, vieron a los bomberos, pero la escalera más larga que los vulcanos suelen usar no funcionó en este caso.
Eduardo Billar, quien también fue bombero, explicó que esto fue porque las jardineras y las banquetas no permitían que el vehículo con la escalera se estacionara y estabilizara. Es por eso que el jefe Carlos Hernández y los dos paramédicos subieron a la azotea “nos asomamos para ver dónde estaban los andamios y pusimos un anclaje para bajar”.
El primero fue Antonio Martínez, quien llegó exactamente al andamio izquierdo donde había dos jóvenes “yo les preguntaba si estaban bien y me decían que sí, pero que ayudara a sus compañeros”.
Al analizar la inclinación del andamio, Antonio comentó a su jefe que el rescate de los otros europeos tendría que hacerse aparte. Entonces bajó Lápiz, quien dice que los extranjeros estaban completamente sujetos al andamio y que al verlo le dijeron: “Gracias, ya estás aquí”.
Rápido y preciso fue como el paramédico colocó un triángulo de seguridad en los cuerpos de los pintores, que es una especie de pañal que se coloca alrededor de los cuerpos para que sean asegurados. Luego de 40 minutos, los europeos agradecieron a los rescatistas. “Se quedaron viendo hacia arriba, se sentaron, llegué con ellos y me dijeron ‘de verdad gracias, nos hiciste volver a nacer’”, contó Eduardo.
Al mando Carlos Hernández sus tres hijos lo felicitaron “ellos siempre han estado muy orgullosos de mí”; a Eduardo ya lo esperaban en casa “mis hermanos me dijeron que me vieron y que tenían miedo, pero que lo hice bien”.
A Antonio le escribieron por redes sociales “es una satisfacción el haber cumplido”, pero recuerda que lo que hicieron por esos extranjeros no fue un trabajo individual, pues es éxito de sus colegas del ERUM.