Especialistas e integrantes de organizaciones dedicadas a la protección animal advirtieron que es necesaria una regulación legal o normativa para evitar la operación de criaderos irregulares que venden animales de compañía, especialmente perros, bajo la fachada de la adopción.

Hasta el momento, la única regulación que existe es en cuestiones contables, lo que quiere decir que las asociaciones protectoras se pueden inscribir ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para convertirse en donatarias autorizadas, pero no hay una regulación para garantizar condiciones mínimas de seguridad y bienestar animal.

“Las asociaciones están obligadas a presentar una declaración anual de los donativos que reciben o que las cuentas bancarias estén a nombre de la asociación y no de particulares; pero no hay regulación alguna que establezca estándares mínimos de bienestar animal ni manejo de donativos, tampoco normas sobre cómo se debe mantener a los animales en los albergues. Debería haber una regulación específica para asociaciones civiles y otra para protectores independientes”, explicó Mónica Pineda, presidenta de la Asociación Civil Gente por la Defensa Animal.

Los grupos que se dedican a la protección de los animales tienen protocolos para determinar cuándo entregan en adopción a un perro o gato; estos incluyen la selección y tamiz entre los interesados en adoptar para prevenir abandono o violencia posteriores, y la adopción de un compromiso por entregar animales sanos y esterilizados.

En cambio, los criaderos irregulares o los particulares que han hecho negocio de la venta ilegal de mascotas no están interesados en garantizar que el animal encontrará un entorno seguro para crecer y desarrollarse, sino que sólo se guían por el dinero.

“Al vendedor de perros sólo le interesa recibir un retorno económico a cambio de entregar al perro. No es creíble que una asociación los esté vendiendo”, agregó.

Claudia Edwards Patiño, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México, acusó que se trata de criaderos inescrupulosos o personas “inconscientes” que se dedican a la cría de perros para venderlos en la vía pública o en mercados. Operan porque bajo la fachada de asociaciones protectoras piden donativos de hasta mil 500 pesos para “apartar” al animal, después para asignarlo, y otro para darlo en adopción.

Además, ofrecen razas específicas o de moda a las personas que los están buscando. Lo que se esconde son criaderos donde las perras son obligadas a vivir en jaulas pequeñas y sucias, no son alimentadas, y se les obliga a preñarse cada vez que entran en celo, después les retiran a las crías cuando aún son recién nacidas y cuando dejan de ser fértiles las duermen o las desechan, porque no pueden seguir pariendo perritos.

Uno de los aspectos que puede ayudar a diferenciar entre una protectora y un criadero inescrupuloso es la selección de adoptantes que hacen las organizaciones antes de entregar a los animales. Éste consiste en cuestionarios, visitas domiciliarias, entrevistas con todos los miembros de la familia, para saber si están de acuerdo en adoptar al animal, así como la firma de un contrato de adopción o una carta en la que el adoptante se compromete en regresar al animal a la asociación si no se logra el proceso de adaptación o no pueda tenerlo en su casa.

Este proceso es importante porque se han encontrado casos de gente que adopta cachorros para entrenar a perros de pelea; algunas son personas que padecen trastornos sicológicos de acumulación o Síndrome de Noé que se dicen protectoras, pero sólo acumulan perros o gatos y los tienen viviendo en condiciones insalubres. Incluso, encontraron a una persona que tenía una boa y adoptaba gatos para dárselos de comer.

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