Los puños de miles de personas volvieron a estar en todo lo alto, esta ocasión para recordar la tragedia que hace un año enlutó a la Ciudad de México con el sismo de magnitud 7.2 y que dejó una estela de 228 muertos y miles de edificios y viviendas derruidas.

Esta señal que simbolizó la solidaridad de los capitalinos que salieron a las calles a movilizar, ahora fue para evidenciar que las heridas del temblor aún no han cerrado y en la memoria de muchos sigue el recuerdo de las personas que murieron bajo los escombros de edificios que colapsaron.

En punto de las 13:14 horas comenzó el simulacro con un minuto de silencio y después con la alerta sísmica que retumbó en la mayor parte de la Cuidad de México. El evento oficial se realizó en la plaza comercial de Reforma 222, donde el jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, observó cómo más de 3 mil personas desalojaron el complejo.

La llegada de un vehículo escala dio la señal de alerta, en el techo de la citada plaza un hombre estaba atrapado. En dos minutos llegaron los bomberos para su rescate. Era parte del simulacro que la administración pretendía mostrar como ejemplo de coordinación y cultura de protección civil.

Una situación muy diferente se vivió en el Colegio Enrique Rébsamen, en la delegación Tlalpan, donde con rabia y coraje padres de familia de los 19 niños que perdieron la vida exigieron que la directora y dueña del plantel diera la cara: “Mónica [García Villegas], decepcionaste a quienes más te respetaban y admiraban. Por ellos da la cara”, se leía en la manta que colocaron los padres.

Volver al lugar fue doloroso para ellos, la herida está fresca y recordar la tragedia hizo que las lágrimas rodaran sobre las mejillas de las madres.

“¡Carajo!, ya pasó un año y parece que fue ayer, todavía lo escucho reír, jugar, correr, aún lo espero a que llegue de la escuela, que me abrace y que me diga que todo fue un pinche sueño”, expresó con la voz entrecortada Rosalinda, mientras abrazaba la foto de su hijo Luis Eduardo, de siete años que murió en el colegio.

Además del dolor por la pérdida de los menores, ahora les pega el desinterés de las autoridades para esclarecer lo sucedido. “Tenemos ya un año que no sabemos nada de ella, Claudia Sheinbaum si antes que era delegada no nos hacía caso, ahora como jefa de Gobierno ni nos voltea a ver, la procuraduría sólo dice que indaga y que hace cosas, pero la realidad es que a un año, no hay nadie en la cárcel”.

En Bolívar 168, esquina Chimalpopoca, donde un edificio se desplomó, el coraje por no hallar a los culpables también invadió a las familias de las víctimas que acudieron para colocar veladoras y arreglos florales.

Ahí laboraban mujeres jóvenes, adultos y hasta personas de la tercera edad. También había extranjeros. Era un edificio con fachada roja, donde se reparaba bisutería.

“La tragedia nos pegó en todos los sentidos por la corrupción. El gobierno sabía que este edificio no podía ser laborable. Se colocó una antena de no sé quién cuando este inmueble estaba soportado por trabes.

El uso de suelo también fue violentado: sólo la planta baja podía ser de uso comercial y el segundo y tercer piso, habitacional: no se respetó”, revela Lourdes Sánchez Lira.

Su mamá María Teresa Lira y su hermana María Elena Sánchez murieron ahí y hoy descansan en paz. Pero la paz no llega a Lourdes, quien asegura que seguirá en su lucha hasta que los responsables paguen por esta tragedia.

En Tlalpan. En el Multifamiliar de Tlalpan se celebró primero una misa y luego continuaron con el protocolo de Protección Civil, el minuto de silencio y el simulacro con la alerta sísmica retumbando en las paredes.

“Este simulacro no nos representa, no tenemos que ser institucionalizados, no queremos monumentos, no queremos homenajes, queremos justicia, queremos vivienda”, decía uno de los afectados.

El sonido de la alerta afectó a muchos, quienes rememoraron las aterradoras escenas de cómo se venía abajo uno de los edificios del complejo. Los vecinos lloraban y con la voz entrecortada alcanzaron a entonar el Himno Nacional. De nuevo los puños estuvieron en todo lo alto.

“Viva México, vivan los damnificados, vivan los topos, viva el pueblo, vivan los maestros, estudiantes y amas de casa que nos brindaron apoyo, que este temblor no pase en vano, viva México”, vitorearon los asistentes.

Al otro lado de la capital del país, en la delegación Gustavo A. Madero, sobre la calle de Coquimbo 911, donde todo un edificio de departamentos se derrumbó, los asistentes optaron por el silencio y la privacidad para recordar a quienes ya no están con ellos.

Con ramos de flores en las manos, pasaron por la caseta de seguridad del fraccionamiento, caminaron frente a un inmueble deshabitado porque su estructura se dañó por el temblor.

En el predio de Álvaro Obregón 286, en la colonia Roma, la gente llegó callada, con flores y lentes oscuros para tratar de ocultar su dolor por los 49 que fallecieron en ese edificio de seis niveles. Fue el corazón de la llamada zona cero, donde como hace un año, las personas se congregaron y volvieron a levantar los puños. Phenélope Aldaz, Gerardo Suárez, Eduardo Hernández, David Fuentes, Andrea Ahedo, Sandra Hernández, Pedro Villa y Caña

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