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La delincuencia obligó a Cristina López a regresar a habitar su departamento en un edificio catalogado como de alto riesgo e inseguro, luego del sismo del 19 de septiembre, en Iztapalapa.
Cristina tiene 68 años. El día del temblor se encontraba en su vivienda ubicada en la planta baja del edificio 6 de la Unidad Habitacional Infonavit, en la colonia Santa María Aztahuacán.
Salió corriendo, creyó que el inmueble iba a colapsar, pero no sucedió. Horas después, funcionarios de Protección Civil acudieron a acordonar el inmueble porque había resultado dañado. La recomendación era deshabitarlo.
Cristina tomó la decisión de mudarse a la casa de su nuera en Tizayuca, en el estado de Hidalgo.
Sin embargo, la tranquilidad de vivir en una casa sin daños por el sismo duró apenas siete meses, pues en ese tiempo Cristina sufrió dos atracos a bordo del transporte público en una ruta que va de Tizayuca al metro Potrero en la CDMX, mientras que su hijo y su esposo también fueron asaltados en tres ocasiones.
Decidió regresar a su vivienda, sin importar que estuviera dañada, ya no quería seguir siendo víctima de la inseguridad.
“Que sea lo que Dios diga porque cuando Dios quiere que nos vayamos, nos iremos. Aunque nos quitemos, al otro día nos pasa. Entonces, ¿qué hago?, ¿me voy hasta allá y otra vez que me vuelvan a asaltar o me quedo aquí? Vivimos con incertidumbre porque está muy delicado el edificio. Ni modo”.
Según la delegación Iztapalapa, la Unidad Habitacional Santa María Aztahuacán se ubica en un subsuelo que no presenta fracturas, pues se encuentra fuera de la zona de grietas, por más de medio kilómetro; sin embargo, el edificio 6 requiere demolición y reconstrucción.
Para Cristina López no hay otra opción dónde vivir. Espera, al igual que sus vecinos, el apoyo claro de las autoridades. Mientras tanto, la mujer se dedica a ahorrar el recurso que recibe como apoyo de renta.
“La verdad estoy guardando el dinero porque no sé cómo vaya a pasar, (…). No sé en cuánto nos vaya a salir, o vayamos a tener que aportar. Los tengo intactos, no he agarrado nada. Eso es para alguna emergencia, o para cuando vengan y nos digan que se tira, y para la reconstrucción pues también hay que cooperar, todo le dejamos al gobierno”.
Vigila su departamento. Otro caso es el de la señora Lilia Sánchez Paredes, tiene cuatro nietos. Ella desalojó el edificio luego del 19-S; sin embargo, procura visitarlo diariamente por temor a que alguien pueda entrar y le robe sus pertenencias.
“Hay veces que estoy [en el departamento] medio día, un ratito, no todo el día, no duermo aquí. Mi petición es que nos ayuden, si sí nos lo van a tirar, que nos manden un DRO, que nos diga si se va a tirar, si se va a levantar, que se arregle la barda, los hoyos. Queremos que nos ayuden. Vinieron a censarnos, y ya no volvieron, no pasó nada más”.