En septiembre, el policía primero Uriel Jovani impidió que una mujer de la tercera edad le depositara dos mil pesos a un hombre que la extorsionaba por teléfono.
En el sector Balbuena
se lanzó una alerta, puesto que un vecino llamó al número de emergencias para avisar que la mujer recibió una llamada de un hombre que le aseguraba que tenía secuestrado a su nieto de 12 años.
Jovani atendió el reporte y manejó la patrulla hacia la calle Bárcenas, en la colonia Magdalena Mixhuca , antes de que la mujer entrara a una tienda de conveniencia. Ella, con problemas auditivos, sostenía el celular con fuerza contra su oreja, ya que recibía órdenes del sujeto que le decía a qué cuenta depositar el efectivo.
“Ella iba caminando con el dinero en la mano, eran billetes de 500 pesos. Yo no sabía si era una extorsión o un secuestro, lo que se me vino a la mente fue quererla apoyar, pero me hice pasar por el hijo para controlar la situación”, relató el oficial.
Jovani se bajó de la patrulla y se acercó, pero la mujer de la tercera edad vestida con mandil rojo y un conjunto verde lo evadió.
También lo empujaba y le hacía señas de que se fuera mientras ella continuaba con su camino.
El policía entonces ideó hacerse pasar por el hijo de la mujer. “Yo me acerco y le digo: ‘A ver, mamá, cálmate’. [Yo] estaba escuchando al sujeto que le decía ‘No me pases a nadie’ y [la mujer] me aventaba. Yo por más que le tapaba el paso no la pude controlar, casi en la entrada del Oxxo veo el modus operandi y me doy cuenta que es una extorsión, entonces la abracé”.
Mientras el policía intentaba acercarse a la mujer escuchó algunas frases, sobre todo groserías, que el extorsionador le decía a la víctima.
En ese abrazo, Jovani: “No le dejo avanzar. Le digo en el otro oído: ‘Dígale que le pase al niño’. Si en verdad está secuestrado, que se lo pase”.
La mujer preguntó por el menor de edad, pero el hombre que estaba al otro lado del teléfono terminó la llamada con la confesión de que no era un secuestro real.
“Yo no le quise arrebatar el celular porque la señora estaba muy tensa. Yo le dije a un curioso que le quitara el teléfono por atrás, porque no la podíamos controlar. Cuando él le quita el teléfono, el sujeto le dice: ‘Ya la tenía comprada, hijo de tal por cual, me tiraste mi negocio’".
“Al ver la situación, que no la podía controlar, tenía dos opciones: llamar a la ambulancia o llevarla a que viera al niño. Opté por subirla a la camioneta y de camino a la escuela pedí la ambulancia”, narró.
Durante el viaje en la patrulla, el agente llamó a la madre del niño y acordó verse en la secundaria donde estudiaba.
Jovani
tocó la puerta de la escuela, pidió hablar con el director y los maestros fueron por el menor de edad a su salón. Al verlo, la mujer de avanzada edad lloró y lo abrazó con desesperación.
Aunque el uniformado intentó llevar a la familia hasta su casa, la madre y abuela no quisieron. Ese fue el tercer caso de extorsión que atiende el policía Jovani en sus 14 años de carrera.
Los dos primeros, aseguró, no pudo detener a las víctimas y se sintió frustrado por varios años.
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