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Después de los actos protocolarios de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum Pardo como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la mandataria recorrió el Centro Histórico para convivir con los capitalinos.
En su trayecto hacia la plancha del Zócalo decenas de personas se le acercaron para tomarse una fotografía, saludarla, pedirle ayuda e incluso darle la bendición.
Entre cámaras y personal de seguridad, la caminata se fue alentando y la gente comenzó a empujarse, tan fuerte eran los jaloneos que alguno que otro perdió sus zapatos.
El cansancio de la jornada laboral era notable en la jefa de Gobierno, pues sus actividades comenzaron desde temprano: arribó al Congreso local a las 9:06 horas y casi dos horas después rindió protesta como jefa de Gobierno.
Fue media hora de discurso, de reiterar promesas de campaña y de aplausos unánimes ante el anuncio de la desaparición del cuerpo de granaderos.
A pesar de las ovaciones, la auténtica consolidación en el cargo fue cuando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, tomó la mano derecha de Sheinbaum Pardo y la empuñó en lo alto, como quien presume el logro de su primogénito.
Una escena histórica: por ser la primera mujer electa para el cargo, por ser la primera vez que acude el Presidente a este protocolo y porque Morena logró ganar dos posiciones políticas que se habían caracterizado por ser de la oposición.
Las bancadas en el Congreso dieron un voto de confianza a su gestión y sólo el PAN, bajo la voz de Mauricio Tabe, dijo que se estarán vigilantes de sus actos y le advirtió: “No tiene derecho a equivocarse”.
Desde los palcos la arroparon los integrantes del gabinete legal y ampliado; ahí, tratando de mantener un bajo perfil, también se encontraban Annie Pardo, su madre, y sus hijos, Mireya y Rodrigo Ímaz. Abajo le acompañaron el ex jefe de Gobierno y hoy canciller, Marcelo Ebrard, además de Cuauhtémoc Cárdenas y líderes de Morena. El ausente: Alejandro Encinas, quien también fuera jefe de Gobierno.
Era el día de la jefa de Gobierno, pero los morenistas no dudaron en corear: “¡Presidente, Presidente!”. Apenas había bajado de la tribuna cuando los legisladores se arremolinaron hacia López Obrador, en medio de empujones pelearon por estar cerca de él, abrazarlo y tomarse una selfie.
Claudia, quien fiel a su estilo conservador optó por un vestido negro y saco blanco, pañuelo al cuello en tonos uva y gris, además del cabello recogido en una coleta baja, tuvo que esperar a las puertas del Congreso la salida del Presidente, quien vaticinó que ella superará la labor que él hizo como jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
“Va a gobernar muy bien porque tiene tres virtudes: es inteligente, tiene convicciones y, lo más importante, es honesta”, dijo.