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metropoli@eluniversal.com.mx
Toluca, Méx.— Desde hace más de 30 años, Juan Álvarez Sánchez lleva a las inmediaciones de la Central de Abasto figuras de judas o diablos de papel y engrudo que van de los 20 centímetros hasta el metro de altura o más.
Este hombre oriundo de San Mateo Otzacatipan dijo que toda su vida se ha dedicado a esta labor, pues produce toritos y castillería con juegos pirotécnicos; sin embargo, la venta de estas pequeñas piezas no son precisamente un negocio, pues poco se venden.
A este punto de la ciudad que conecta con la salida hacia el municipio de Naucalpan por la vía de Xonacatlán, también llegaron otros cinco vendedores, quienes compiten con él para colocar entre los automovilistas sus figuras, primordialmente rojas, la mayoría con cuernos y cola.
“La idea es que no se pierda la tradición de la quema de Judas en Sábado de Gloria, es la representación del mal, se trata de quemar o acabar con lo malo para que comencemos de nuevo”, relató.
Este artesano de la pólvora heredó la elaboración de las piezas de su padre, quien les enseñó a trabajar con la pólvora, pues su especialidad eran las ferias y fiestas de las iglesias, además de XV años o bodas, aunque los muñecos pequeños sólos los hacía para sus hijos o familiares.
“Somos varios hermanos y casi ninguno hace estas piezas, en realidad lo hago con la finalidad de ver si gano unos pesos extra durante la temporada en que menos trabajo tengo, pero también con el objetivo de preservar las tradiciones porque pocos son quienes continúan con la quema de los Judas en Sábado Santo”, dijo.
Acompañado por sus siete hijos, quienes se dedican también a trabajar en el taller de fuegos artificiales, en la esquina donde hay mayor tránsito vehicular hacia el interior de la Central y en dirección al centro de Toluca, colgó diversas piezas de diferentes tamaños, pero pocos fueron los automovilistas que se detuvieron.
Los precios varían según el tamaño, van de los 100 a los 500 pesos, aunque pueden diseñar una figura específicamente para el cliente porque a cada figura dedican entre una hora, si son pequeñas, hasta un día de ser más grandes.
“Es producto de la creatividad porque en realidad no hay moldes para estas figuras y así convivimos en familia”, narró.