CDMX

José Martínez, vida eclipsada del periodista de EL UNIVERSAL

“Así es la vida, pero hay que seguir”. Eso les decía Gerardo a sus compañeros de la agencia informativa de EL UNIVERSAL; el periodista fue hallado muerto en Coyoacán

El editor fue contratado en esta casa editorial en enero 4 de 2013 (ESPECIAL)
07/01/2018 |03:20
Redacción
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Así es la vida, pero hay que seguir”. Eso les decía Gerardo a sus compañeros del Servicio Universal de Noticias (SUN), la agencia informativa de EL UNIVERSAL, un día sí y otro también.

La madrugada de este sábado la realidad agarró el optimismo de Gerardo y lo hizo completamente pedazos en un instante: una bala le quitó la vida y, para siempre, la posibilidad de seguir, de seguir con nosotros.

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José Gerardo Martínez Arriaga tenía que llegar este sábado a su oficina, como lo hacía desde el 4 de enero de 2013, cuando fue contratado por EL UNIVERSAL. Tenía 35 años y cinco colaborando con el éxito de la agencia.

Como otros periodistas de SUN, su trabajo consistía en revisar a profundidad, seleccionar y diseminar los contenidos más importantes que el diario pone a disposición de cientos de clientes. Ayer Gerardo no llegó. Cerca de las 04:00 horas del Día de Reyes fue encontrado en Nezahualcóyotl y Nahuatlaca, en la colonia Ajusco, en Coyoacán, con un balazo en el abdomen.

Alcanzó a decirle a los primeros policías que llegaron al lugar que dos hombres lo habían violentado para quitarle sus pertenencias. Con la vida abandonándole el cuerpo, Gerardo fue llevado al hospital de Xoco, donde fue operado de emergencia. La bala, sin embargo, había hecho ya demasiados daños.

Gerardo murió entre las 07:00 y 08:00 horas, de acuerdo con la escasa información que el hospital compartió con sus compañeros de la oficina.

Cientos de veces el equipo de SUN y el propio Gerardo publicaron la nota de un homicidio. Este sábado, paradójicamente, el nombre de la víctima en el parte informativo hizo de inmediato surcos profundos en sus corazones. Era uno de los suyos.

Gerardo era el tipo más atento, educado y comprometido con todo, dice Víctor Hernández, su amigo y jefe en la agencia. Su respuesta era siempre “sí”, recuerda cuando le pedía cubrir eventos que nadie más podía atender. Bailaba de forma soberbia, dice Larisa, una de sus mejores amigas en la empresa.

“Era el hombre más atento y educado que jamás vi”, dijo.

Se graduó de la carrera de Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Poco antes de la agresión que le costó la vida, Gerardo compró los juguetes de Reyes para los hijos de sus dos hermanos, sus dos más grandes orgullos: una hermana médico, y un hermano que prometía mucho en el campo de la sicología.

Esta Ciudad, que Gerardo amaba tanto, interrumpió sus ánimos celebratorios y le regaló a su familia y a sus compañeros y amigos cercanos el más triste Día de Reyes.

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