Más Información
Familias de desaparecidos en Mazatlán irrumpen en evento de Sheinbaum; mandataria promete atender peticiones
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
Trump declarará a cárteles como organizaciones terroristas; "fui muy duro con México, hablé con la nueva presidenta"
Dictan 600 años de prisión a "El Negro" Radilla y "El Cone"; responsables de secuestrar al hijo de Javier Sicilia
Videojuegos, el nuevo gancho del crimen para captar menores; los atraen con promesas de dinero y poder
María Magdalena conoció en una fiesta a Gladis Giovana Cruz Hernández, la mujer que se llevó a su hija Fátima; las presentó Álvaro, un amigo en común y de ahí la amistad fue creciendo hasta que compartieron la misma vivienda.
Ahora que e l rostro de Gladis Giovana aparece en todos lados, los vecinos la identifican y reconocen plenamente; aseguran haberla visto salir en diversas ocasiones de la casa del barrio de San Sebastián, en la alcaldía de Xochimilco, donde todavía se encuentran los arreglos florales y veladoras que llevaron familiares, amigos y hasta desconocidos tras conocer el homicidio de la niña de siete años.
Algunos dicen que también estuvo Mario Alberto, esposo de Giovana, quien según las autoridades participó en el homicidio de la pequeña.
, no cree que su amiga se haya llevado a su hija: “Vivió aquí en la casa, no creo que haya sido capaz, ella tiene dos niñas pequeñas y nunca vi que las maltratara, por eso dudo que le arrebatara la vida la mía. A su esposo no lo conocía y no sé por qué tomaría represalias en contra de mi hija”.
Cuentan los vecinos que hace más de un año Giovana dejó el domicilio por una pelea entre las familias y se mudó al barrio de San Felipe, donde vivía con Mario Alberto. Es en ese predio de la manzana 12, lote 7, de la calle San Felipe, la pareja y sus tres hijos fueron vistos por última vez.
Sobre Mario Alberto mencionan que trabajaba en un mototaxi, le gustaban las caguamas, las fiestas y hasta el activo.
A la orilla del portón de la casa que habitaron dejaron varado el mototaxi en el que solía trasladar a la mujer y a sus hijos.
La abuela de Mario Alberto, doña Petra, aún no da crédito de lo sucedido ni que su nieto haya sido el autor de ese crimen, incluso fue una de las tantas mujeres que acudió a los rezos y apoyo a la familia por la pérdida de la pequeña.
“Me duele lo que está pasando, es mi sangre, aún no creo todo lo que dicen que hizo (...), pero sí es culpable, pues que pague. Es preferible verlo preso a saber que algún día será linchado por los habitantes de Tláhuac”, comentó.
Él, reveló la abuela, fue muy indiferente con los parientes, y desde que se casó con Gladis se alejó de su madre y hermanos.
cg