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A pesar de las leyes que se han implementado en la Ciudad de México contra la discriminación, principalmente contra indígenas, esta situación es constante, principalmente en temas relacionados con procuración de justicia, lo que genera que algunas personas estén en prisión por no recibir la información en su lengua materna.
Eusebia Severiano es traductora de mazateco y colabora con autoridades para apoyar a la población que habla esta lengua. Inició en 2006 especialmente para apoyar a los hablantes de mazateco en temas legales, por lo que ha asistido a juzgados, reclusorios y ministerios públicos.
“Somos un puente de comunicación entre los procesados con las autoridades, personas que apenas los trasladan a los reclusorios, nos llaman para hacer interpretaciones. Todavía se siguen violando los derechos humanos; todo el sistema de justicia no les leen las cartas de derechos, no se les explica sobre su proceso y mucho menos se les acerca con alguien que los pueda entender”, comentó.
Llegó a la capital hace 25 años y desde pequeña su sueño era ayudar a la gente que llegaba de algún pueblo para evitar problemas como los que vivió su mamá, pues al no hablar español, tenía que traducirle algunas cosas, como cuando iba al doctor.
Entre los casos que ha apoyado recuerda el de un joven acusado de robo de vehículo. Ella lo conoció cuando ya había sido sentenciado, pero durante su proceso no fue apoyado por un intérprete y por pena a no ser discriminado, no pidió ayuda.
“Me contó que el carro estaba parado afuera de su casa, estaba abierto y se asomó, en ese momento llegó la patrulla y lo culparon. Los vecinos dijeron que había sido él, aunque estaba con su familia, lo trasladaron al reclusorio y ahí se quedó. Un defensor de oficio llegó y le dijo que se quedara callado, no tuvo traductora y hasta que concluyó su caso le preguntaron que si hablaba otra lengua y me llamaron”, recordó.
A lo largo de los años ha visto muchos casos similares. Aseguró que ya se da cuenta cuando una persona dice la verdad, pero como traductora no puede hacer mucho para ayudarlo, pues sólo son los puentes de comunicación con las autoridades.
Diversidad lingüística. De acuerdo con el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, el año pasado se ocuparon mil 92 traductores en mazateca, náhuatl, mazahua, otomí, mixteca, totonaca, tzotzil, zapoteca, tzeltal, triqui, purépecha en juzgados y salas.
Con este empleo, Eusebia se ha percatado que los originarios de otro estado, principalmente de zonas rurales, tienen miedo de demostrar su origen en la Ciudad, pues son notables las expresiones contra esta población, a pesar de que la capital es multicultural y viven miles de personas originarias de pueblos indígenas.
“Cuando usas la vestimenta de tu pueblo te dicen que eres una india, huarachuda, oaxaqueña, entonces te sientes menos, discriminada. Yo anteriormente sí me sentía mal porque cuando te miran se burlan de ti, hasta cuando no sabes comer y te sientas con gente que usa cubiertos, te ven mal, en un pueblo no se usa todo eso. Uno trata de congeniar, pero en personas que salen a vender sus artesanías o que apenas llegaron a la Ciudad, si es muy fuerte esta sensación”, explicó Eusebia.
Denuncias. La Comisión de Derechos Humanos local (CDH) ha recibido denuncias con respecto a violaciones a derechos contra personas que hablan una lengua indígena, principalmente en el sector salud y en la Secretaría de Seguridad Pública.
“El gran problema de las poblaciones indígenas tienen que ver con que es una de las poblaciones que más se discrimina en la Ciudad. Hay una cultura paradójicamente de muy poca aceptación a la otredad en una localidad que se crea de esas poblaciones. Lo que toca aquí son varios retos que en la comisión estamos advirtiendo”, expuso Nashieli Ramírez Hernández, presidenta de la CDH local.
Eusebia se dice orgullosa de ser bilingüe porque ha ayudado a decenas de personas. Consideró que es necesaria más información en contra de la discriminación, pues muchas personas no denuncian.
“Es necesaria más información, me acuerdo del caso de una mujer que intentaba inscribir a su hija en el kinder. Ella desconocía el proceso, se mete a la fila, en eso una mujer le grita ‘oye, pinche india, fórmate en la cola’ y como no entendía bien la lengua, se metió a preguntar, entonces le dijo ‘pinche india te estoy hablando’; la agarró y la desgreñó en la escuela, le dejó rasguños en la cara, le dijo que era una india bajada del pueblo y ahí alguien la aconsejó para que denunciara y yo la asesoré, pero muchos se dejan y no saben qué tenemos derechos”, dijo.
La ombudperson expuso que “hay que reconocer la discriminación, la mayoría de los indígenas que viven en la Ciudad tienen los peores trabajos, viven en los peores lugares, no tienen certezas e inclusión en los programas sociales y lo vemos cotidianamente”.