Por medio de una página de internet, Sol encontró un trabajo de hostess en un restaurante de la capital del país, pero a su llegada la gente que contactó le quitó su pasaporte y le dijeron que las vacantes en los restaurantes ya se encontraban ocupadas. Lo único que quedaba disponible era trabajar como “modelo” para el portal ZonaDivas.com.
“En mi primer servicio, un tipo entró al cuarto donde había tres chicas además de mí, me aventó ropa interior y me gritó ‘vámonos, hay que chingarle’”, explicó Sol.
Apenada, al sentir las miradas de las otras chicas, se vistió para la ocasión, delineó sus labios con un tono rojo carmín y caminó con la vista clavada en el suelo.
“Suerte”, fue lo último que escuchó antes de cerrar la puerta del edificio donde las tenían resguardadas, en la calle de Niza 75, en la famosa Zona Rosa de la capital del país.
“Este cliente es muy importante en el país, no la vayas a cagar y entrégale este paquete”, le advirtieron.
Esa noche por su servicio le pagaron 10 mil pesos. Entró a un hotel de avenida Patriotismo. “Él era alto y de piel blanca, por la botella que pidió y por el reloj que se quitó supe que era alguien con mucho dinero”, recordó la venezolana.
No tuvieron sexo, le pidió estar desnuda y frente a ella consumió la cocaína, que contenía el paquete. Cerca de las seis de la mañana Sol volvió al cuarto. De los 10 mil que pagó el cliente, ella únicamente recibió mil pesos.
De la mano de Tepito
Ella y todas sus compañeras que se anunciaban en la página ZonaDivas.com no sólo eran obligadas a prostituirse para pagar todos los gastos que generó su llegada al país, también tenían que vender drogas y consumirlas.
“Para mantenerte activa tienes que meterte algo, acá no hay de que ‘estoy cansada o tengo sueño’.
“La mayoría de los clientes piden alguna droga, puede ser marihuana, cocaína, tachas”, indicó.
“Hay unas pastillas que se llaman Rohypnol, esas las disolvíamos en las bebidas de los clientes y con ella ya no te acuerdas de nada”, aseguró.
Con el argumento de que eran vitaminas, Sol consumió en repetidas ocasiones lo que le ofrecían los encargados de llevarlas a los hoteles; sin embargo, no estaba enterada de que la drogaban para volverla adicta y así asegurar su permanencia en el negocio.
La mayoría se llega a relacionar sentimentalmente con narcomenudistas, porque son amenazadas de denunciarlas ante las autoridades para que las deporten, debido a que ellas entran al país en condición de turistas.
“Muchas veces nos llevaron a recoger paquetes en la madrugada, supongo que el destino era Tepito, porque pasábamos por el Eje Central Lázaro Cárdenas y la Torre Latinoamericana, en el Centro.
Preparada para todo
Sol tiene siete hermanos, cuatro hombres y tres mujeres. Su padre es militar retirado y su mamá, sicóloga infantil. Explicó que crecer con educación militar le formó un carácter duro, difícil de quebrantar y que la milicia venezolana la preparó para soportar cualquier cosa.
“En este negocio se vive de todo, muchas veces no sabes qué hay después de la puerta, hay personas muy enfermas que piensan que por pagar pueden pedirte cualquier cosa”, confesó.
Una sesión fotográfica, ropa, boletos de avión, renta de la habitación, comida y transporte integran la deuda de 100 mil pesos que adquirió para llegar a la Ciudad de México.
“El costo de los servicios que se anunciaban iniciaba en 3 mil pesos y podía llegar hasta los 10 mil por hora. Todo dependía del cliente”, detalló la escort.
Con el paso del tiempo, Sol se convirtió en la más solicitada del sitio, sin importar la hora y el día pasaba de un hotel de Patriotismo a uno en Tlalpan, y se dio cuenta de que, efectivamente, como se lo dijeron, “podía sacar una lana”.
Sus ganancias le ayudaron a solventar algunas necesidades; sin embargo, la constante actividad sexual le trajo problemas graves de salud.
“Una vez tenía un dolor muy fuerte a la altura del vientre, me llevaron al médico y me dijeron que tenía los ovarios inflamados, me pidieron parar al menos un mes. Al volver al cuarto me advirtieron que no había tanto tiempo para reposar y que en una semana tenía que estar de vuelta en el negocio”, contó.
Sol comenzó a dominar su trabajo, perdió el pudor, ganó algunas mañas. “Cedía ante propuestas y cumplía caprichos, con tal de ganar un dinero extra”, admitió mientras esbozaba una sonrisa.
Las divas “rotas”
Un año después de que dejó el portal ZonaDivas.com la vida le cambió. Enterarse del asesinato de chicas que conoció en el negocio la orilló a analizar su estancia en el país.
Se trata de una larga lista que encabeza la muerte de Wendy Vaneska, también escort, y quien fue asesinada el 4 de febrero de 2017 en el hotel Príncipe, en la colonia Escandón.
“Su muerte me dolió mucho, fue una cubetada de agua fría, en este negocio es muy difícil encontrar amigas, ella fue más que eso. Vi las fotos de su cadáver, se pasaron de cabrones”, recordó Sol con la voz entrecortada.
Posteriormente le informaron que Andreina, otra chica que ofrecía sus servicios sexuales y de acompañamiento en aquel sitio, había sido ultimada de manera violenta al salir de una fiesta en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
“A ella la conocí mientras ambas hacíamos unas cosas para Telcel, en el Centro Banamex. Nunca más la volví a ver”, comentó.
Por Facebook, el 28 de diciembre de 2017 se enteró que Karen Ailén, una modelo argentina, estaba muerta. Hallaron su cuerpo en el hotel Pasadena, de avenida Revolución. Un impacto de bala y diferentes cortes en el cuerpo eran señales de la violencia que sufrió.
“Con ella no tuve mucha relación, pero varias veces coincidimos en castings de una agencia de nombre Allegra Models. De ella no recuerdo más”, dijo.
El 25 de febrero de este año, Sol supo que el cuerpo de Kenni Finol apareció en calles de Ecatepec, uno de los municipios más violentos del Estado de México. Los reportes de la policía indicaron que el cadáver presentaban signos de tortura, el rostro estaba quemado con ácido.
El asesinato de Kenni tuvo un mayor alcance, gracias al video que EL UNIVERSAL difundió, en la grabación se observa cómo la joven denuncia a un sujeto conocido como El Pozole o El Brayan, a quien responsabiliza de causarle heridas y lesiones en gran parte del cuerpo.
Kenni y El Pozole, uno de los integrantes del grupo delictivo de La Unión Tepito, de acuerdo con las autoridades, se conocieron en una fiesta, tuvieron una relación y tiempo después terminaron.
Algunas amigas de Sol comentaron que El Pozole se comunicó con Kenni para decirle que él mató a Karen, su compañera argentina en la página ZonaDivas.com, pero no supo más.
Tiempo después, Kenni se convirtió en la quinta escort extranjera asesinada.
“Ella me comentó alguna vez que andaba con alguien de Tepito. Lo único que le dije es que se anduviera con cuidado, esa gente es muy mala y ‘usted puede acabar mal ahí’”, aseguró Sol.
Un viejo conocido
Una mañana de agosto, un hombre entró al cuarto donde Sol dormía con otras chicas extranjeras, le aventó una mochila, ropa cómoda y le dijo: “Agarra tus cosas, ya te vas a largar”.
Al bajar las escaleras del edificio, ella no sabía de qué se trataba, la subieron a una camioneta, la llevaron a un hotel de avenida Revolución y al entrar a la habitación reconoció un rostro “familiar”, un hombre “muy pudiente” le dijo que todo había terminado, que era libre.
“No tengo idea de cuánto pagó por mi rescate, lo único que sé es que fue una suma en dólares.
“Muchas ocasiones contrató mis servicios pero nunca tuvimos sexo, luego platicábamos. Otras citas me habló para contar dinero, pero nunca me tocó, nunca me faltó al respeto”, añadió.
Sabe que logró escapar de un final trágico, pero de ninguna manera es un final feliz y, aunque lo pudo contar, no deja de ser una experiencia que marcó su vida para siempre.
Después del trago amargo que vivió durante un año en la Ciudad de México, Sol busca reanudar su vida en otro país, sin olvidarse de su familia en Venezuela, aseguró. Admitió que lo único que desea es estar lejos de aquel negocio que la destruyó y que la hizo conocer los bajos fondos y mafias de la Ciudad.