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Ante el mantenimiento general que se les da a las escaleras eléctricas de la Línea 7 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, los usuarios “sufren” para subir sus más de 100 escalones.
Algunos maldicen y otros lo hacen por segmentos; la mayoría termina sin aire y gimiendo, jurando que mejorarán su condición física.
Luego de las fallas que se han registrado en esta línea con las escaleras electromecánicas, el Metro decidió darle mantenimiento completo a la mayoría, por lo que están sin servicio, lo que ha generado que los usuarios tengan que subir a pie las escaleras de las estaciones más profundas.
“No tengo nada de condición y ve como estoy, con la lengua de fuera. Es más fácil bajarlas que subirlas y ni así lo hago, pero juro que en estos días voy a subir estas escaleras sin problemas, ya que ni prendan la otras”, bromea Marisol, quien trabaja a unas calles de la estación Polanco.
Personas de la tercera edad, jóvenes, niños y adultos, se ven forzados a subir los 108 escalones que hay en las estaciones Polanco, San Antonio y San Pedro de los Pinos.
Cuando los usuarios ya no pueden respirar, se dan un minuto para tomar aliento y seguir, algunos corren para avanzar y terminar con lo que consideran un martirio, otros, sin problemas, logran subir, pero la mayoría se toma más tiempo del usual, pues no tienen la condición física para subir.
La señora Irma tiene 65 años, trabaja cerca de la estación San Pedro de los Pinos y vive en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, aunque se van con tiempo extra para llegar temprano a su lugar de trabajo, el subir las escaleras la ha retrasado, además de que ha afectado su salud, pues al llegar a su destino se le ha subido la presión.
“Ya deberían de solucionar esto, de verás que ya no aguanto, en lugar de trabajar parece que sólo vengo a sufrir; tengo problemas de la presión y siempre me pongo mal, además mis piernas me duelen mucho. Me he tardado hasta 10 minutos en subir porque es muy pesado”, dice.
El tiempo promedio de la gente para subir a pie es de cinco minutos, aunque algunos ocupan un poco más. “Ahora si me sentí como en La Rosa de Guadalupe, lo logré”, dice un joven al grupo que lo acompaña.
Por la suspensión del servicio de las escaleras eléctricas, el Metro asignó a 50 de sus trabajadores para apoyar a los usuarios que lo requieran, y a pesar de que el organismo envió fotos de que algunos incluso cargaron a las personas, durante un recorrido de EL UNIVERSAL se identificó que no todos cumplen con esa tarea.
La mayoría permanece en las estaciones en horas pico; algunos sólo platican y no prestan el servicio a las personas de la tercera edad.