En el número 22 de la calle Ensenada en la colonia Condesa se ubica un centro de acopio diferente a todos los demás; aquí, en lugar de víveres, se recolectan croquetas para perros y gatos.
El objetivo es apoyar a fundaciones y personas dueñas de animales que sufrieron pérdidas por el sismo de 7.1 grados Ritcher del martes pasado.
El centro de acopio está dentro la casa de Christian Castell.
Luego del sismo, el hombre de 34 años salió de su hogar con rumbo a la avenida Álvaro Obregón, donde había escuchado que un edificio se había desplomado; en el camino halló un inmueble colapsado en Ámsterdam. Ahí se quedó a recoger escombros durante tres horas.
Él quería ayudar a la gente, sin embargo, los militares arribaron al sitio y lo acordonaron; tuvo que abandonar el lugar.
Aquella noche no pudo dormir, en su mente pensaba cómo podía apoyar. La idea se le vino de pronto: un centro de acopio para perros y gatos en su propia casa.
Cristian publicó un anuncio en Facebook, abrió las puertas de su casa y comenzó a recibir bolsas y costales de croquetas de parte de personas, empresas e instituciones públicas como el IMSS.
Hasta ayer por la tarde, el centro de acopio había recibido más de 10 toneladas de alimento para animales, las cuales se distribuyeron en diversos albergues de la ciudad. Incluso cuatro camionetas llenas de croquetas tuvieron como destino los estados de Puebla y Morelos, que también resultaron afectados por el temblor.
La casa de Christian también es sitio de apoyo veterinario, en el interior hay personas que curan a los animales.
En entrevista, afirmó que es "animalero". Tiene un perro pointer inglés, que recogió hace siete años de un albergue, y que responde al nombre de "Ramiro". Es su hijo.
-¿Qué opinas de las críticas entorno a que los perros no deben ser rescatados cuando hay seres humanos atrapados entre los escombros?
-Si hay perros rescatando personas, ¿por qué no nosotros vamos a rescatar animales que necesitan de nosotros y que no se valen por sí mismos? Si vamos a ayudar, vamos a ayudar a todo ser humano y a todo ser viviente.
Albergue colapsado
Édgar Rojas de 25 años llegó al centro de acopio en La Condesa proveniente del Valle de Chalco, Estado de México.
Con el apoyo de su madre, llenó la cajuela y asientos traseros de su camioneta con bolsas y costales de croquetas.
Desde hace más de 10 años, el estudiante de abogacía tiene un albergue de perros en el que viven aproximadamente 60 animales a quienes les busca un dueño.
El día del sismo, los tubos que sostenían una lona cayeron sobre las casas de los perros.
Algunos quedaron atrapados, por lo que Édgar tuvo que correr para liberarlos y evitar que se sofocaran a causa del calor.
Los pisos se abrieron y las paredes se vinieron abajo. El siniestro causó que 10 de los 60 perros que habitan el albergue resultaran lesionados.
"No falleció ninguno, sí están muy asustados; uno que otro herido de una patita pero son muy leves las heridas y ya se están tratando".
"Si alguien llega a donar vendas, material de curación es muy bienvenido porque nunca sobran", dijo.
Su hermana, con quien comparte las labores del albergue, es veterinaria y se dedica a cuidar a los perros.
Debido al sismo, Édgar Rojas se quedó sin alimento para los animales.
"Sí ha habido un desabasto, más que nada porque, obviamente todos los que nos apoyaban tienen que ayudar a sus familias, (...). Todo el dinero se va para las demás personas".
Sin embargo, Edgar encontró el apoyo de Christian Castell, por lo que ahora, los 60 perros tendrán alimento para el resto de la semana.