La vecindad número 86 de la calle República de Cuba, en el Centro Histórico, es identificada por las autoridades capitalinas como una zona de operaciones de La Unión Tepito.
De acuerdo con la investigación de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX), en ese domicilio torturaron y asesinaron a Héctor y Alan Yair, de 14 y 12 años, respectivamente, luego de detectar que los menores de edad eran presuntamente halcones de La Anti-Unión.
En uno de esos cuartos los especialistas encontraron cajas de plástico —similares a las que usaron para meter los cuerpos de Héctor y Alan Yair—, huellas de sangre, herramientas punzocortantes con rastros hemáticos, seguetas, una manguera que se utilizó para lavar el piso y paredes, así como drogas, además de residuos de cloro y cal en el piso, con los que, se presume, pretendían borrar toda evidencia.
Los indicios, de acuerdo con los peritos, revelan que posiblemente en ese lugar del Centro Histórico asesinaron a los menores de origen mazahua.
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En ese sitio se detuvo a Baltazar “N”, de 25 años, quien “cuidaba” el lugar que fue cateado por elementos de la fiscalía capitalina, quienes le encontraron un celular con un mensaje que envió a su novia en el que indicaba que estuvo “en el homicidio de los niños mazahuas”.
Según la indagatoria, él y un sujeto identificado como El Chayan, quien fue detenido horas más tarde, bajaron los cadáveres con la instrucción de deshacerse de ellos.
En el camino, sobre República de Chile, uno de sus halcones les avisó que adelante estaba una patrulla de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), fue entonces que encontraron a Édgar “Z”, el primer detenido por el caso, y le pidieron llevar las cajas a una zona oscura. A éste lo conocían, pues era un “mandadero” drogadicto del sector.
Fue a Édgar “Z” a quien los policías lo sorprendieron con los cadáveres la madrugada del 31 de octubre. Él mismo empezó a delatar a quienes le dejaron los bultos, lo que desencadenó la investigación policiaca que ha arrojado tres detenidos, dos de los cuales aparentemente participaron de manera activa en el homicidio de los menores.
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Por el ir y venir de los policías frente a una virgen que se observa desde la calle, los testigos se enteraron de que unos de los diableros que ahí vive fue el responsable de trasladar los cuerpos mutilados de los menores de 12 y 14 años.
En el segundo piso de la vecindad habitaba el hombre al que todos en el lugar conocían por sus nexos con gente de La Unión Tepito.
Quienes viven en ese domicilio afirman que no es extraño que los narcomenudistas ronden por las calles y en la vecindad de República de Cuba.