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david.fuentes@eluniversal.com.mx
La revisión de por lo menos 10 cámaras de vigilancia del C5, así como de particulares en las inmediaciones de las alcaldías Iztapalapa y Tlalpan, permitieron a la procuraduría local establecer que el diácono Leonardo Avendaño pasó las últimas horas de su vida con su presunto agresor, el párroco de la iglesia Cristo Salvador, Francisco Javier “N”, quien está en prisión preventiva oficiosa en el Reclusorio Oriente.
Según el trabajo de investigación e inteligencia de los agentes que participaron en la resolución del caso, derivado también del registro de llamadas del teléfono celular de la víctima, la PGJCDMX estableció una línea de tiempo.
Ambos salieron del inmueble —en la alcaldía Tlalpan— a las 03:16 horas del 12 de junio y subieron a la camioneta de Leonardo, en la que se dirigieron a la carretera Picacho-Ajusco para luego trasladarse a un paraje de la colonia Héroes de 1910, también en Tlalpan.
La investigación establece que en ese lugar el párroco estranguló a Leonardo hasta matarlo.
Luego, Francisco Javier “N” dejó el cadáver en la parte trasera del auto, lo cubrió con una cobija amarilla y esperó a que un cómplice pasara por él en otro vehículo.
Esta segunda persona es buscada por las autoridades, pues de él también se cuenta con imágenes y datos particulares del auto que usó para llevar al párroco desde la escena del crimen hasta la iglesia Cristo Salvador.
“El padre era más fuerte que el diácono”. El trabajo de los agentes de Investigación determinó que un segundo vehículo involucrado llegó al lugar a las 3:49 horas y se retiró 13 minutos después, cuando Leonardo estaba muerto, con rumbo a la carretera Picacho-Ajusco.
Autoridades presumen que en dicho automóvil escapó el hoy imputado del lugar, quien empezó a caer en contradicciones y a mostrar remordimiento por haber asesinado a su asistente.
Fue hasta la segunda entrevista que se le solicitó a Francisco Javier “N” que los agentes sospecharon de él. Siempre se mostraba renuente a hablar del tema y al segundo día del hecho, abandonó sus deberes en la parroquia por “problemas familiares”. El peritaje detalló que al padre Francisco Javier le llevó 13 minutos asesinar a Leonardo; lo tomó por el cuello hasta asfixiarlo.
A través del análisis de cámaras, telefonía, testigos, diferentes pruebas periciales y el protocolo de necropsia, se relacionó al detenido con los hechos y se solicitó una orden de aprehensión.
Tras la audiencia de cumplimiento de dicha acción, el juez le impuso al párroco la medida cautelar de prisión preventiva en el Reclusorio Oriente, mientras que su defensa solicitó la duplicidad del término constitucional para la vinculación a proceso.
Respecto a la detención del religioso, la procuradora Ernestina Godoy aseguró que la dependencia a su cargo continuará con un trabajo riguroso, respetuoso de las garantías y derechos humanos de las víctimas, sus familias, descartando la “fabricación de imputados”.