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Una semana antes de que efectivos de la Secretaría de Marina irrumpieran en el domicilio de Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, en Tláhuac, el líder de la célula criminal que por años operó en la demarcación ya sabía cuál era su final. Sin embargo quería que su “legado”, las rutas que había establecido para el trasiego de drogas y sobre todo el futuro de su familia, quedaran garantizados.
Para eso sostuvo una reunión en el restaurante La Carreta del Pacífico con su principal rival en el sur de la ciudad y con quien se disputaba la actividad criminal en Xochimilco, Tlalpan y Coyoacán, Rodolfo Rodríguez Morales, La Gorda, líder narcomenudista de muy bajo perfil, quien encabeza la agrupación criminal identificada por las autoridades como Los Rodolfos.
Con La Gorda había sostenido una disputa por quedarse con todas las delegaciones del sur de la Ciudad de México.
El líder de Xochimilco arremetió contra los de Tláhuac asesinando a dos de los principales sicarios de Felipe de Jesús justo en su delegación; El Ojos respondió y mandó a 10 hombres armados y mataron a cuatro y dejaron mal heridos a otros cinco.
En hechos ocurridos el pasado 12 de septiembre en el barrio de San Diego, lo que derivó en la primera incursión de efectivos de la Marina y la Policía Federal en la demarcación. Al darse cuenta de esta situación, ambos criminales firmaron la pipa de la paz e hicieron un pacto, dejaron de atacarse y además apuntarían a sus fuerzas a otro punto: Tepito.
Buscaban apoderarse del narcomenudeo de la zona Centro, la Zona Rosa, extenderse hasta Santa Fe e incluso la Gustavo A. Madero, lugares que hasta el momento son bastión de la llamada Unión de Tepito.
Este encuentro fue detallado en un informes de inteligencia que autoridades federales compartieron con la procuraduría local, que ahora buscan a La Gorda, pues es señalado como quien se quedó —gracias al pacto— con las rutas de El Ojos. Lo preocupante para investigadores es que maneja un bajo perfil, similar al de Felipe de Jesús. No tiene siquiera una orden de aprehensión, lo que complica su identificación.
Hasta ahora saben que su zona de influencia es el barrio de San Diego, donde tienen detectados cinco puntos de venta; logró escapar el año pasado de un operativo de la Marina en Xochimilco. Aunque no tiene tantos mototaxis como El Ojos, taxistas laboran para él como halcones.