El martes 19 de noviembre de 1912, a las 7:18 horas, la gente de Acambay, en la zona noroeste del Estado de México, sintió cómo la tierra comenzó a estremecerse . No sólo eso, escuchó cómo las casas comenzaban a crujir, y al salir de las construcciones de adobe sintieron la polvareda en la garganta.
La mayoría de las construcciones colapsaron con el sismo de 6.9 que devastó todo lo que contenía el triángulo que se forma entre Acambay, Atlacomulco y Temascalcingo. Cerca de 200 kilómetros cuadrados.
El terremoto del 12 fue registrado por la Estación Sismológica Central de Tacubaya, y por los centros de monitoreo de Guadalajara, Zacatecas, Oaxaca, Mazatlán y Mérida.
No era el primero. Un día antes, el 18 de noviembre, a las 23:08 horas, el poblado de Acambay sintió un temblor, de cuya intensidad no se tiene registro. En abril de ese mismo año, había ocurrido otro.
Foto cortesía del Consejo Editorial del Gobierno del Estado de México, publicada en el título "Acambay 100 años después 1912-2012"
No sólo se sintió en territorio mexiquense. El 20 de noviembre, el periódico El Imparcial publicó en su primera plana: “Sacudida por un terremoto, la metrópoli parecía bailar la danza trágica de la muerte”. Varias edificaciones capitalinas colapsaron, especialmente en la colonia Guerrero, la zona aledaña a la Alameda Central y el Palacio Nacional.
Esa danza quedó ensombrecida por algo más urgente: La Revolución Mexicana.
Justo un año antes, en noviembre de 1911, Francisco I. Madero había rendido protesta como Presidente de la República. Solo 20 días después Emiliano Zapata proclamó su Plan de Ayala y se levantó en armas contra el Maderismo.
El 2 de marzo, Pascual Orozco se rebeló contra Madero y para el 16 de octubre de 1912, Félix Díaz , sobrino del ex presidente Porfirio Díaz, hizo lo propio en Veracruz.
ARCHIVO/ EL UNIVERSAL
Madero no tenía tiempo para estar lidiando con la catástrofe en una país convulsionado por brotes de violencia en todas las zonas.
Manuel Medina Garduño, el entonces gobernador
del Estado de México, tampoco se detuvo ante la destrucción de Acambay y las poblaciones aledañas así como sus más de 100 muertos. Medina, partidario del maderismo, estaba más concentrado en la inestabilidad política que se vivía en el país.
La historia fue consignada por el corresponsal de El Imparcial , quien se encontraba en el pueblo minero de El Oro.
Las publicaciones de EL IMPARCIAL sobre el hecho se presentan gracias a la colaboración del personal de la Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
El pueblo tenía mil 500 habitantes, de los cuales 700 fueron damnificados, es decir, la mitad de la población. La mayoría de los sobrevivientes fueron los que se encontraban trabajando en el campo.
Durante los días 20, 21 y 22, los relatos del corresponsal hacían un recuento de los daños: las construcciones de Acambay y Tixmadejé quedaron prácticamente destruidas; los caminos hacia Atlacomulco, Temascalcingo, Jocotitlán y Tlalpujahua eran intransitables.
Foto cortesía del Consejo Editorial del Gobierno del Estado de México, publicada en el título "Acambay 100 años después 1912-2012"
Para el día 23 se tenía el recuento preliminar de haber rescatado 59 cadáveres de los escombros. El día 24, cinco después del terremoto, llegó una comisión del Ministerio de Gobierno. La situación se hacía cada vez más complicada: no había agua, comida y los cadáveres se descomponían en las calles.
El Imparcial, único medio que acompañó a los habitantes durante la tragedia, asentó en su edición del 25 de noviembre que habría al menos 300 muertos en la región y la cifra podría aumentar debido al número de heridos y la falta de suministros médicos.
El 29 de noviembre ese diario presentó una parte de su historia bajo el título: “En la horrible catástrofe de Acambay, muchas personas perdieron la razón”.
Las publicaciones de EL IMPARCIAL sobre el hecho se presentan gracias a la colaboración del personal de la Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
En la narración de ese día se lleva al epicentro de la tragedia: la iglesia, de cuyos escombros ya se habían recuperado 116 cadáveres. El terremoto tuvo su foco entre Acambay, El Oro y Acámbaro. En la ahora célebre falla de Acambay-Tixmadejé.
El sismo de Acambay tuvo aproximadamente 454 réplicas , de acuerdo con lo registros de la Estación Sismológica Central de Tacubaya.
A finales de noviembre, el Instituto Geológico de México envió una comisión que recabó 18 testimonios en la cabecera municipal de Acambay y otras más en las comunidades indígenas de Dongú, Detiña y Santa María Tixmadejé, que consignaron en el boletín del Instituto Geológico de México.
El movimiento también se sintió en Timilpan, Polotitlán y algunas regiones de Michoacán.
Habían pasado dos semanas desde el sismo, pero en plena crisis revolucionaria, nadie acudió en apoyo de las comunidades mexiquenses devastadas.
Fueron los rescatistas de la Cruz Blanca y Cruz Verde quienes llegaron a la zona a ayudar a los damnificados y el inesperado apoyo de la Embajada de Alemania, que llevó dinero, víveres y láminas para la reconstrucción de las viviendas.
La cantante de opereta, Esperanza Iris , donó parte de las ganancias de sus presentaciones para los damnificados. La también actriz fue una de las máximas estrellas del México de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Para diciembre de 1912, una nevada cubrió las ruinas de las que alguna vez fueron las casas del poblado de Acambay. Y la situación empeoró pues todo ese mes y en enero de 1913 se registraron heladas.
Foto cortesía del Consejo Editorial del Gobierno del Estado de México, publicada en el título "Acambay 100 años después 1912-2012"
Réplicas se registraron los días 3, 25, 26, 27, 28, y 29 de enero de 1913. En Febrero 2, 3, 4 y 11. Esa última, fue consignada por el Juez de Paz de Acambay, Sabino Arcos, en una carta.
Pero la Revolución y la inestabilidad de la época no ayudaron a la reconstrucción del pueblo y a que los damnificados recibieran atención.
El 9 de febrero, Félix Díaz junto a Bernando Reyes y Manuel Mondragón , intentaron tomar Palacio Nacional . Reyes murió en la batalla y los rebeldes se atrincheraron en La Ciudadela. Así comenzó “ La Decena Trágica”.
Diez días de enfrentamientos en la capital del país. La traición de Victoriano Huerta el 18 de febrero que culminó con el asesinato de Gustavo Madero el día 19 y el confinamiento de su hermano, el presidente Francisco I. Madero , y el vicepresidente José María Pino Suárez.
Ambos serían asesinados atrás del Palacio Negro de Lecumberri el 22 de febrero. Un mes después, el 26 de marzo, Venustiano Carranza lanzaría el Plan de Guadalupe para derrocar al usurpador de Huerta y con la llegada de Álvaro Obregón quedaría conformado el Ejército Constitucionalista.
ARCHIVO/ EL UNIVERSAL
En Acambay las cosas no mejoraban. Los albañiles de las comunidades aledañas ayudaron a reconstruir algunas casas con los materiales que había enviado la embajada alemana y con las donaciones de los pobladores de las zonas.
México temblaba figurativamente, sin embargo, los 13,14, 20 y 22 de abril, Acambay tembló literalmente. El juez Sabino Arcos consignó que con el movimiento del día 14 se desprendieron rocas de los macizos de Acambay, Tixmadejé y Boti.
Algunas casas que presentaban daños terminaron por colapsar.
Foto cortesía del Consejo Editorial del Gobierno del Estado de México, publicada en el título "Acambay 100 años después 1912-2012"
La ayuda oficial seguiría sin llegar, ya que el 30 de mayo, Zapata modificaría el Plan de Ayala desconociendo a Huerta pero sin sumarse al Ejército Constitucionalista, sino manteniendo un frente paralelo.
En el mes de junio fue designado un nuevo obispo para Chiapas, Maximino Ruiz Flores, originario de Atlacomulco.
Junto al nuevo obispo, el recién nombrado gobernador, el general José Refugio Velasco , comenzaron finalmente la reconstrucción del poblado. Primero, acataron la disposición del Congreso local para perdonar los impuestos al municipio durante dos años y destinar una cuarta parte de lo recaudado para la reconstrucción.
Foto cortesía del Consejo Editorial del Gobierno del Estado de México, publicada en el título "Acambay 100 años después 1912-2012"
La reconstrucción comenzó siete meses después del sismo. Y tardó casi una década.
En el país, la lucha por el control siguió su curso, primero con Villa sumándose al enfrentamiento contra Huerta y después, la pelea entre los caudillos revolucionarios para definir quién tomaría el control.
La destrucción del sismo se fue perdiendo en la memoria y de no haber sido por la influencia del poblado de El Oro, la historia de Acambay habría quedado en el olvido.