En un hecho sin precedentes, por primera vez en 177 años la Semana Santa en Iztapalapa, con el inicio del Domingo de Ramos, se realiza a puerta cerrada en la Catedral de Nuestro Señor de la Cuevita, debido a la contingencia sanitaria por el Covid-19.
No hubo el tradicional recorrido por calles de la alcaldía, con miles de personas caminando con lapalma en la mano; todo ocurrió en un lugar controlado por autoridades.
Sin embargo, el mayor temor del Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa, A.C., (Cossiac) es que el Instituto de Verificación Administrativa (Invea) les clausure el evento en cualquier momento, dado que, de acuerdo con el ordenamiento de la autoridad, no podían estar reunidos en un solo lugar más de 50 personas.
Pero por razón de la transmisión de televisión fueron alrededor de 100 personas las que se observaron, aun cuando de acuerdo con el programa sólo 46 actores estarían este Domingo de Ramos, pero a ellos se les sumaron los técnicos y camarógrafos del Cepropie y Canal 11, además de empleados de la alcaldía y del propio Invea.
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Según los organizadores, respetarían las medidas sanitarias en la apertura de la Semana Santa; sin embargo, en esta primera etapa, durante la escenificación uno de los judíos entrega el micrófono a los actores y actrices, sin precaución contra el contagio del Covid-19.
En esta ocasión no estuvo presente Susana Distancia en el evento religioso, ya que los actores intercambiaban los micrófonos, se tomaban de las manos y hasta se abrazaban entre ellos.
Además, la transmisión arrancó con 12 minutos de retraso, pues la imagen apareció en televisión abierta e internet a las 14:12 horas, cuando no se supo si Jesús llegó o no en el tradicional burro; el público comenzó a ver cuando el personaje ya le hablaba al pueblo.
Destacan los esfuerzos de los actores de los ocho barrios de Iztapalapa por atender las medidas impuestas para evitar contagios de coronavirus, pero son varios pasajes en donde el Hijo del Supremo toca y toca a los demás actores, quienes hablan en el mismo micrófono que lo hizo su antecesor.
Eso sí, en esta ocasión los participantes no caminaron por las calles de las comunidades de San Lucas, Santa Bárbara, San Ignacio, San Pablo, San José, San Pedro, La Asunción y San Miguel, sino que lo hicieron en el patio de la Catedral de Nuestro Señor de la Cuevita, justo donde hace 177 años inició esta tradición, luego de superar la pandemia de cólera.
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El arranque de la festividad religiosa más importante de la alcaldía inicia de manera diferente, sin el acostumbrado bullicio, el ir y venir de la gente, así como de los empujones para ver la llegada del Nazareno a la demarcación más grande de la Ciudad de México.
Para algunos la transmisión resulta aburrida, acartonada, lenta y con fallas técnicas que impiden escuchar con claridad los diálogos, así es como este Domingo de Ramos se vive en la era de las telecomunicaciones y el internet.
Al finalizar, la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, con un gran cubrebocas y guantes, habla en cadena nacional para destacar las medidas sanitarias acatadas y que a todos a los actores se les tomó la temperatura y se les bañó con gel para protegerlos.
Incluso, en la entrada al atrio de la parroquia decenas de personas con overol blanco, cubrebocas, guantes y zapatos cubiertos revisaron a cada uno de los actores que participan en la ceremonia.
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Clara Brugada asegura que los mismos cuidados sanitarios los mantendrá el jueves y viernes santos, con la garantía de que la crucifixión se llevará a cabo en el Cerro del Peñón, contraponiéndose a lo que el Cossiac ha informado, respecto a que esta escenificación se realizará también en las instalaciones del Señor de la Cuevita.
Brugada Molina agradece a los organizadores por acatar las medidas sanitarias y, aunque no sabe la cantidad de espectadores que hubo durante la hora que duró la transmisión, califica como un “éxito” este primer experimento, que repetirá con la misma dinámica el jueves y viernes próximos.
No sólo el Domingo de Ramos se realizó a puerta cerrada en Iztapalapa, debido a la contingencia sanitaria, lo mismo ocurrió en la mayoría de las iglesias, donde los feligreses tuvieron que ausentarse, lo mismo que los vendedores de las tradicionales palmas.