Más Información
"Postura de México no es cerrar fronteras sino tender puentes"; Claudia Sheinbaum responde a Trump tras llamada
“Sheinbaum acordó detener migración a través de México y hacia EU” afirma Trump; califica que llamada telefónica fue "productiva"
Equipo de Trump evalúa "invasión suave" a México; enviaría a agentes encubiertos a asesinar a líderes de cárteles, dice Rolling Stone
Metepec, Méx.- La creación de una nueva propuesta de tamales se convirtió en la fusión de dos estilos de vida radicalmente distintos. Como si se tratara de los ingredientes que se mezclan en la masa para preparar este platillo mexicano tradicional el Día de la Candelaria ; Maru y Mary, unieron su conocimiento culinario, en negocios y en ventas para transformar la tradicional receta en una alternativa de maíz y haba orgánicos , rellenos de cochinita pibil, chicharrón en salsa verde y hongos, e incluso los dulces libres de gluten con relleno de conservas que también ellas preparan.
La idea surgió cuando ambas mujeres coincidieron en la vida y en su gusto por la cocina. Aunque las dos tienen orígenes distintos, pues una de ellas es indígena de San Andrés Cuexcontitlán , Toluca y la otra de la colonia Condesa en la Ciudad de México, ahora apuestan porque la fusión de sus platillos envueltos en una masa orgánica se convierta en un negocio próspero.
María Eugenia Díaz Aguilar
, es abogada de profesión, descendiente de padre español y madre mexicana, por azares del destino terminó viviendo en Metepec, donde conoció a Maribel Chávez , jefa de familia, quien desde pequeña conoce todo sobre la siembra y cosecha de maíz, haba o quelites.
La idea de emprender con este negocio de tamales surgió cuando Maribel le platicó a Maru sobre que en la hectárea de siembra que comparte con otros ejidatarios, cultivan libre de fertilizantes químicos, producción que antes servía más para consumo de su familia que para vender, pues “la gente no valora el trabajo del agricultor y regatea los precios”.
A Maru, que heredó de su mamá chef la pasión por la cocina, de inmediato le surgió la idea de combinar sus guisados con la masa y convertirlos en tamales. Dos veces por semana, ambas se juntan en la casa de María Eugenia y su impoluta cocina se convierte en una especie de laboratorio gastronómico donde ponen música para dar paso a la exhaustiva, pero gratificante labor de amasar, rellenar, hervir y empaquetar los pedidos de tamales.
“Es una masa totalmente orgánica, nuestros tamales - dice mi hijo- son atractivos para los millennials porque están libres de gluten los dulces, ninguno tiene químicos. El sabor es a maíz, no del que venden en el centro comercial sino este que sabe a nuestra tierra pero combinado con los típicos frijoles, longaniza con queso, champiñones con papa y aceite de oliva. Es la fusión de toda la comida típica del país con masa orgánica”, explicó Maru.
Foto: Jorge Alvarado
Mientras Mary amasa sobre la mesa de centro el maíz que previamente trituró en el molino de su casa, ambas mujeres platican que este negocio les ha cambiado la vida, pues además juntas imparten clases de cocina a mujeres que las contactan por Facebook o WhatsApp, enfocadas en la preparación de los tamales.
Para Mary, dijo, esta experiencia le ha transformado la forma de percibir su trabajo y el valor que otorga al maíz que siembra, porque antes se resignaba a vender barato la masa o las tortillas que echaba a mano, que apenas si le pagaban a 20 pesos por kilo.
Ahora, “ya sé que debo cobrar por lo que hago, incluso si mi suegra quiere tamales, se los cobro, porque el trabajo en la tierra no es poco”.
En esta cocina nada es tradicional, en las hojas de elote las cocineras embarran un poco de masa de maíz que abraza unas generosas cucharadas de cochinita o chicharrón en salsa verde, cubiertas por una cucharada de haba negra previamente molida.
“De un kilo de masa nos salen entre 20 y 25 piezas, procuramos que sea generoso, que no se desborde pero que no sea raquítico. También estamos incursionando en los de ollita, tradicionales del municipio de Ocoyoacac, pero con hongos, queso, champiñones u otros guisados, quisiera hacer uno de chapulines en una salsa roja”, dijo Maru.
Foto: Jorge Alvarado
A las clases que imparten sobre la preparación de este típico platillo mexicano han llegado vecinas de Metepec y hasta de otras entidades, aunque habitantes del Valle de Toluca. “El curso dura una hora, la cosa es aprender a guisar de cero hasta sacar el tamal de la vaporera”, el taller cuesta 300 pesos, incluye los guisados, el gas o la electricidad, la manteca y el resto de los ingredientes, si quieren el kilo de masa cuesta 350 pesos.
Para este domingo ya tienen listos pedidos, pero están abiertas a recibir más peticiones desde 10 hasta 100 tamales o más. “Nuestros tamales son nuevos, es una propuesta diferente que esperamos abracen mucho los llamados millenials”.