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En la Ciudad de México, desde 2015, diferentes movimientos sociales han ocupado espacios urbanos con antimonumentos, para recordar y exigir justicia por las víctimas de hechos violentos en el país. En total son siete.
Son representaciones por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en memoria de los niños que fallecieron en la Guardería ABC, la Antimonumenta, frente a Bellas Artes, por feminicidios y violencia contra la mujer, e incluso por los 72 migrantes muertos en San Fernando.
Aseguró que la experiencia de irrumpir en espacio público fue muy satisfactoria y le dio una sensación de poder, pues para los familiares de las fallecidas, las feministas representan una voz.
El primero en colocarse fue la estructura con 43+, en representación de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa que desaparecieron en 2014. Se instaló en 2015 por los padres de los jóvenes sobre Paseo de la Reforma.
El 5 de enero de 2018 fue instalado un antimonumento en forma de T, frente al Caballito, para exigir la aparición de David Ramírez y Miguel Rivera, dos jóvenes que fueron secuestrados en una carretera de Guerrero cuando se dirigían a vacacionar en Ixtapa Zihuatanejo.
En una jardinera del Zócalo, para recordar a los estudiantes víctimas de la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968 se instaló también un memorial, impulsado por el Comité 68, sobrevivientes y familiares en el 50 aniversario del hecho.
“Se trata de una resistencia y más que eso, no sólo es para que la población no lo olvide, es un constante recuerdo a los gobiernos de que la migración es un tema con el que siguen en deuda, porque los migrantes son invisibilizados”, dijo en entrevista Atala Chávez, directora el Instituto de Investigación y Práctica Social y Cultural A.C.