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Primero el frío matutino, luego salir de casa después de abrir los regalos de Navidad e ir al Zócalo de la Ciudad. Las filas, larguísimas, rodearon buena parte de la Plaza de la Constitución. Mientras las familias enteras esperaban poder entrar y colocarse los patines de hielo, los niños contaban qué regalos recibieron aquella madrugada. Aretes, ropa, dicen Hiromi y Violeta, dos niñas junto con sus padres y su abuelita han estado formadas desde más de una hora a la orilla de la pista de hielo que puso el Gobierno capitalino. Delante de ellos, hay mínimo 200 personas y detrás, otras 200.
La Ciudad de México pudo amanecer vacía, pero en el Zócalo hay olor a palomitas y nachos. Algunos niños llevan suéteres gruesos y gorros, también hay carriolas y bebés que viajan en brazos de sus padres. Este 25, en las primeras horas de su apertura, la pista de hielo y los dos toboganes tenían más número de capitalinos en su exterior que otros días. Es Navidad y son vacaciones. Para algunos, es la primera vez que llegan a esta atracción, aunque desde hace varios años se instala con diferentes aditamentos.
Es el caso de Tonatiuh Aguilar, quien era uno de los primeros en la fila para subir a los Toboganes de 10 y seis metros. Tenía, fácil, una hora y media formado. A las 11 de la mañana, se le olvidó los regalos que llegaron al pie de su árbol de Navidad, mientras saltaba y se inquietaba por la espera. Era la primera vez que su padre lo llevaba a esta pista, antes solían ir a una que está sobre Insurgentes.
Por ser día festivo, la atracción abrió una hora y media después; durante 12 horas seguidas da servicio a miles de capitalinos y visitantes. Quienes no saben patinar, se pegan a los barandales de vidrio y, aunque resbalaban, llevaban casco para protegerse de los golpes; además asesores de patinaje que detienen a aquellos que necesitan un poco de ayuda.
Mientras había cientos formados afuera y otros más adentro colocándose su casco los aditamentos, policías resguardaban el perímetro de la pista. Los encargados avisan a la gente, por medio de un altavoz, que no se permite la entrada con mochilas o cangureras. Los rayos del sol comenzaron a impactar sobre las frentes de los capitalinos. Algunos se quitaron las chamarras y otros sólo le dieron la espalda a la luz solar.
La avenida estaba vacía, sólo la atravesaban las familias que salían del Metro para llegar a la pista, o los camiones de alguna ruta cercana. En las orillas estaban abarrotados los puntos de registro para ingresar a la pista, que permanecerá hasta enero del próximo año. En 2016, poco más de 700 mil personas visitaron este lugar, se espera que en 2017 el número sea rebasado.
Sin embargo, la diversión se acabó para los capitalinos cuando sonó la alerta sísmica en la Ciudad de México, a las 14:23 horas. Aunque en ese momento había cambio de turno en la pista de hielo, Protección Civil decidió que se suspenderían todas las actividades hasta nuevo aviso. El servicio se reanudaría alrededor de las 5:00 de la tarde. El temblor, con epicentro en Acapulco, Guerrero, fue de magnitud 5, provocó que las autoridades locales hicieran revisiones rutinarias en la capital del país a fin de salvaguardar a la gente.