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Pese a que el vagón del Metro va semivacío, Magda no se anima a sentarse. Recargada en una de las puertas hace malabares para no tocar los tubos, cada que frena la unidad.
“Es por seguridad. Tengo una niña de tres años y mi madre de 60, y no quiero arriesgarlas”, dice a manera de disculpa al que la mira con curiosidad.
Comenta que salvo los miércoles que descansa, diariamente toma el Metro desde la estación Tláhuac, en la Línea 12, para trasbordar en Ermita y continuar su viaje, por la Línea 2, hasta Popotla, donde trabaja en una tienda de conveniencia.
“Por eso me ves con cubreboca, careta, guantes y chamarra. Los compañeros y mi peque dicen que parezco astronauta. Pero no me importa. Todo sea por seguridad de mi familia”, señala con tímida sonrisa.
Mientras busca algo en su bolso, añade que ahora que inició la “nueva normalidad” esperaba más gente en el Metro. “Pero mira, si hay más pasajeros, pero no como antes de que arrancara este problema. A ver cómo está en Pino Suárez, donde trasborda las personas”, dice aunque en la estación prevalece el mismo panorama.
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Foto: Sergio Tapia/ EL UNIVERSAL
El oficial García, de la Policía Auxiliar, comenta que este lunes hay más gente, pero en nada se compara con otros lunes antes de iniciar la contingencia sanitaria por el Covid-19, motivo por el que aquí no fue necesario implementar el operativo de crear filas, como en otras estaciones.
Y aunque la mayoría de los pasajeros porta el cubrebocas o caretas, ninguno respeta la “sana distancia”. Algunos hasta corren para abordar el convoy y llegar a tiempo a sus trabajos. En esta estación de transferencia de las líneas 1 y 2, no existe acción preventiva alguna para evitar los contagios.
De allí que Magda ve con sorpresa que tampoco en Pino Suárez subió la gente que esperaba. Lo mismo ocurrió en Zócalo, Allende –que sigue cerrada—y Bellas Artes.
Sin embargo, en Hidalgo el encanto termina. Entra gente sin esperar el descenso de quienes querían hacerlo, pues como avalancha abordaron el vagón con destino a Cuatro Caminos.
Incluso, esta estación que enlaza con la Línea 3 (Ciudad Universitaria –Indios Verdes), parece que la “sana distancia” nunca existió, pues, a decir de Edgar, quien porta un megáfono, donde repite constantemente tomar distancia, “este lunes parece que la gente olvidó quedarse en casa. Y es lamentable, porque las consecuencias las veremos en los próximos días”, soslaya.
Algunos de los pasajeros, además, con orgullo y retadoramente, viajan sin cubrebocas. No les importan las recomendaciones de los muchachos con chaleco naranja o verde que les piden portar ese utensilio, que hasta el momento es uno de las pocas herramientas para contener al Covid-19.
Ese panorama no es propio de los pasajeros del Metro, pues en el Metrobús, también existe gente sin cubrebocas, sin que los vigilantes les digan algo o los expulsen del transporte.
Ah, pero eso sí, si llegan a ver a reporteros sin el permiso de la autoridad, entonces si los invitan a salir de la estación.
Así ocurrió cuando EL UNIVERSAL ingresó en la estación Revolución, donde los policías al ver que tomaban gráficas, de inmediato corrieron para impedir la acción.
“Muéstreme el permiso para que hagan eso”, espetaron los oficiales G. González y E. Beltrán. “No pueden grabar ni tomar fotos. Ustedes lo saben. Así que por favor háganos el favor de salir.
“A poco eso mismo le hacen a los ladrones o a la gente que no trae el cubrebocas. No estamos grabando, sólo revisamos la cámara. Si el problema es lo que dice, pues no lo hacemos. Y del permiso, también usted lo sabe, lleva días”, respondió el reportero.
La realidad es que en el transporte público, con la llegada de la “nueva normalidad”, quedó en el olvido la “sana distancia”. Y como lo dijo Edgar, empleado del Metro, “las consecuencias las veremos en los próximos días. Ya nadie respeta la medida”.
lr / cg