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Entre sus actividades sabatinas, los vecinos de Lomas de Chapultepec no dejaron pasar el momento de observar los impactos de municiones de armas largas visibles en las fachadas de las casas, justo en el sitio en donde ocurrió el ataque contra el jefe de la policía capitalina.
La mañana de ayer, trabajadores de una casa ubicada a pocos metros del sitio resanaban los huecos causados durante el tiroteo. Llevaban una espátula con cemento, que aplicaban rápidamente para taparlos.
Algunos otros pasaban asombrados por el lugar y señalaban con el dedo índice cada uno de los disparos que encontraban. Tomaban fotos, platicaban entre ellos y luego continuaban su camino cuesta arriba sobre el Paseo de la Reforma.
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Otros explicaban a sus acompañantes lo que ahí había ocurrido, se detenían a mirar los restos visibles del atentado como vidrios rotos, impactos en los troncos de los árboles y las diferentes marcas de gis que dejaron agentes de la fiscalía capitalina durante los peritajes.
“Yo pensé que eran fuegos artificiales por alguna celebración; me dije: ‘No dejan dormir estas personas con su festejo’”, recordó Álvaro Escalante, al referir sobre el sonido de las ráfagas de las armas de grueso calibre con las que atacaban al secretario de Seguridad Ciudadana.
Horas después, Álvaro supo que los atronadores sonidos que despertaron a las Lomas no eran por un festejo, sino por un ataque en contra del jefe de la policía local, y debido al impacto que este hecho causó en la zona, el sábado recorría la escena del crimen fotografiando todos los resquicios que quedaron.
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Álvaro esperaba encontrar algún casquillo percutido, pero no tuvo suerte; sin embargo, se dijo preocupado por la operación del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la capital del país y más porque consideró que para perpetrar el ataque debieron estudiar bien la zona.
Pánico
En la esquina de Reforma y Monte Blanco se alcanzaban a observar marcas que dejaron las llantas del camión de redilas que cerró el paso a la unidad del secretario.
Los trozos de vidrios de los automóviles regados dejaban ver aún las huellas de ese ataque. Las tiras amarillas con la que elementos de la policía capitalina acordonaron la zona reposaban sobre las jardineras, en donde trabajadores de urbanización regaban y podaban el pasto.
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Las balas de los fusiles Barrett llegaron hasta un inmueble en contraesquina de la calle de Sierra Madre, a unos 240 metros de donde se efectuaron los disparos.
Ayer todo había regresado a la normalidad en esta zona de alta plusvalía que vivió un hecho de violencia inédito en esta capital.