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Por primera vez en la historia, la representación de la muerte de Jesús en el Viernes Santo en el marco de la Pasión de Iztapalapa se realizó sin público por la contingencia sanitaria que se vive por el Covid-19.
La edición número 177, que esta vez se desarrolló en el atrio de la Iglesia del Señor de la Cuevita, fue seguida a través de la televisión y redes sociales por 5 millones de espectadores.
Sin embargo, ayer no faltaron los nazarenos que privilegiaron su fe y no la contingencia, pues salieron a recorrer los ocho barrios e incluso intentaron llegar al Cerro de la Estrella para cumplir su manda.
Ahí estaba un operativo con agentes policiacos que resguardaron el evento para evitar aglomeraciones.
Inició su trayecto en el Reclusorio Oriente, y tras recorrer los ocho barrios con su cruz, se tumbó sobre el suelo de la Macroplaza de Iztapalapa cansado; esta vez no estuvo acompañado de su madre y hermana.
Miguel Ángel Bautista, otro de los nazarenos que salió a las calles, aseveró que “se tiene que cumplir con la misión, está de más si hay una contingencia, de hecho la procesión [histórica] se inició por una pandemia que se le prometió al Señor del Calvario”. Al pie del Cerro de la Estrella adelantó que esperaría a que concluyera el dispositivo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana para concluir su recorrido.
Silencio solemne
Este año el barullo de la gente no existió. Las calles estaban desoladas, cerradas a los nazarenos desde la Catedral de Iztapalapa (Capilla del Señor de la Cuevita), al Predio de la Pasión.
Las vallas metálicas, así como un muro metálico, impidieron que a la distancia pudiera observarse un poco de la puesta en escena. Los uniformados no se movieron ningún momento, no perdieron la guardia, lo que sí ahuyentó a la gente.
El edificio sede de la alcaldía fue cerrado, pero sobre la Macroplaza Iztapalapa, la gente se congregó en las bancas bajo el sol sin cubrebocas o guantes. Algunos locatarios que se encontraban vigilando los puestos metálicos que fueron cerrados, hicieron su “picnic”; refrescos, tortillas y el chicharrón no se hizo esperar.
Transmisión por internet. Pese a la emergencia sanitaria, se logró el cometido de cada Viernes Santo desde hace 177 años; la crucifixión de Jesús en la alcaldía Iztapalapa, aunque en esta ocasión no fue en el Cerro de la Estrella.
Se llevó a cabo a puerta cerrada y sólo se pudo ver en redes sociales.
A la representación acudían más de 2 millones de personas y de acuerdo con sus organizadores, es la primera vez en 177 años de la tradición que no acude público, no obstante, son las medidas que tuvieron que tomar para evitar contagios del virus sin cancelar el evento.
En punto de las 12:00 horas, cientos de personas se sumaron a la trasmisión en redes sociales y otras plataformas para ver los pasajes bíblicos a puerta cerrada de la representación de la Pasión de Cristo.
Aunque las calles se mantuvieron semivacías y algunos se lamentaban en redes sociales por no haber podido acudir a la iglesia de la Cuevita, muchos agradecían que la dinámica haya cambiado, pues no había tantas obstrucciones en las transmisiones, además no eran víctimas de los empujones y la asoleada.
La representación se llevó por completo en el atrio de la iglesia del Santo Sepulcro o del Señor de la Cuevita, desde las siete caídas hasta la muerte del hijo de Dios. De acuerdo con organizadores, es el primer año que no se hace en el Cerro de la Estrella desde la década de los 50.
“Estamos nostálgicos, tristes porque esta representación es de todos. Cumplimos con el objetivo que era refrendar nuestro exvoto al Señor de la Cuevita; sin embargo, tenemos esa nostalgia, porque no salimos a las calles. Pero ante todo, satisfechos porque esto no fue un foco de infección”, dijo el vicepresidente del Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa A.C. (Cossiac), Tito Martínez.