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El cadáver del gorila Bantú, quien murió durante su traslado fallido del Zoológico de Chapultepec al de Guadajalara para su reproducción, fue abierto completamente, destazado y decapitado, según muestran imágenes en poder de EL UNIVERSAL.
En las tomas se visualiza una plancha de metal ensangrentada en la que reposan los que se presume son restos del primate. El cuerpo está abierto y se le notan los huesos del tórax y de extremidades. Para la ex directora del Zoológico de Chapultepec, Marielena Hoyo, éstas representan una carnicería. “No estoy de acuerdo con el método que se ve en las fotografías en donde desmiembran al animal. Está bien que haya que abrirlo para tomar muestras de tejido, pero no entiendo por qué fue necesario desmembrarlo y destazarlo de esa manera”.
De acuerdo con especialistas consultados por Hoyo, en algunas ocasiones es necesario abrir todo el cuerpo con el objetivo de recabar la mayor información posible sobre las causas de la muerte. Por ejemplo, expuso, se abre el cerebro en caso de que haya sufriendo algún derrame cerebral.
“Lo anterior no es novedad ni algo que me sea ajeno. Es protocolo obligado y hasta de lógica; sin embargo, [las autoridades] tendrán que dar una puntual explicación para entender el objeto preciso de degollarle la cabeza y quitarle la piel de la cara”, dijo.
EL UNIVERSAL consultó con dos personas que actualmente trabajan en el Zoológico de Chapultepec, quienes pidieron guardar el anonimato por temor a represalias, ellos identificaron en la imagen elementos de la sala donde se practican las necropsias a los animales en dicho lugar.
En una de las fotografías se distingue que el animal fue degollado, pues la cabeza está separada completamente del cuerpo.
Al gorila le quitaron el labio inferior; incluso se visualiza cómo desprendieron parte de la piel de la cara.
En las tomas se distingue un piso blanco con sangre y un pedazo de carne tirado sobre él. Ahí hay una bolsa amarilla con manchas de sangre. De acuerdo Hoyo, en el interior se encuentran los órganos del animal. “Son bolsas sanitarias. Me preocupa el trato tan indigno y falto de respeto tener los restos en el piso. Un instituto médico de primer nivel no permite el ‘ensangrerío’ que se ve en las fotos y los órganos tirados en el piso”.
Cuestionan protocolo. El Proyecto Gran Simio de México cuestionó la forma en que las autoridades decidieron el traslado de Bantú.
“Cuando se habló con el director [general de Zoológicos y Vida Silvestre, Juan Arturo Rivera] nos dijo que lo habían sedado para meterlo en la caja, luego se administró el antagonista, que es la sustancia para que despierte, [...] Bantú nunca despertó, porque se le administró dos veces”, dijo Paulina Bermúdez, de Gran Simio.
La activista consideró que se llevó a cabo un “pésimo manejo” durante el traslado del gorila, pues intervinieron 20 personas entre veterinarios y técnicos para ingresarlo a la caja. Ese animal, refirió, no estaba acostumbrado a tantas personas, en cada manejo eran mínimo cuatro personas.
Cuestionó que si este traslado a Guadalajara se había planteado durante un año por qué no se buscó otra opción, en vez de recurrir a la contención química: “Era curioso, le ofrecías comida que no le dabas todos los días y se la comía. Por qué no probaron con eso en vez de dormirlo. Quienes estuvieron con él también señalaron que tenía sobrepeso por falta de ejercicio.
Aseguró que en esta muerte hay varias autoridades involucradas y que lo único que se pretende es “tapar el sol con un dedo”.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) también es responsable del deceso, agregó, ya que en más de ocho años no acudió a realizar su inspección anual porque no era una prioridad; es decir, no hizo su trabajo a tiempo.
“Hace falta un organismo que esté desapegado a ellos [a los zoológicos], lo que hace Profepa es que inspecciona pero no cuenta qué está pasando”, opinó Bermúdez Landa.