El reacomodo de los grupos delincuenciales que se disputan las colonias, calles y centros turísticos de la Ciudad de México continúa, en medio de la baja incidencia delictiva. De acuerdo con un diagnóstico realizado por autoridades federales y compartido a la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y a la Fiscalía General de Justicia (FGJ), esa guerra la van perdiendo los cárteles locales o los más pequeños, pues estos son “golpeados” por las autoridades capitalinas, mientras que los grandes buscan abrirse camino.
Según el análisis, hasta 2020, se tenían registradas actividades delincuenciales que tenían que ver con la venta de drogas al menudeo, extorsión, la implementación del derecho de piso, homicidios dolosos e incluso secuestros relacionados con por lo menos 10 grupos locales, los cuales están plenamente identificados por autoridades de los dos niveles de gobierno, que debido a los trabajos realizados se han desmantelado de uno en uno o se ha golpeado su estructura hasta casi su extinción, o se han convertido en células.
De esa lista destacan La Unión Tepito, el Cártel de Tláhuac, Los Rodolfos, Los Malcriados 3AD —de Lenin Canchola—, la Fuerza Anti-Unión de Tepito —de El Tortas—, la célula criminal de El Abuelo —con injerencia en toda la zona boscosa de Tlalpan—, Los Tanzanios que operan en los alrededores y dentro de la Central de Abasto y así, otros grupos más pequeños que lograron formar alianzas con estos mismos, de entre los que destaca el grupo financiero de Óscar Flores El Lunares, que, según el informe, administraba y “limpiaba” el dinero de varios grupos criminales.
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Sin embargo, en julio pasado, EL UNIVERSAL publicó que, de manera discreta y con base a un documento de inteligencia de la SSC, elaborado con datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a partir de 2020 las células del Cártel de Sinaloa, encabezadas por Ismael El Mayo Zambada, Ovidio El Ratón Guzmán (hijo de El Chapo Guzmán) y el ahora detenido Rafael Caro Quintero se disputan el territorio en la Ciudad de México.
El mismo documento detalla que el grupo que intenta ingresar a la capital del país es la estructura originaria de Sinaloa, pues se revela que tienen ya una ruta establecida para la importación de drogas desde el sur y centroamérica hacia la Ciudad de México, para esto utilizan las carreteras, el aeropuerto y, como centro de almacenamiento, algunas de las bodegas ubicadas en la Central de Abasto, donde la mercancía (droga) llega en tráileres camuflada entre papas, sandía, melón y otras frutas y legumbres.
Así, y conforme al trabajo realizado entre investigaciones y detenciones de los grupos criminales locales queda el nombre o uno que otro grupúsculo que lo utiliza para intimidar a sus víctimas, pero la Ciudad de México está lejos de resolver este problema, pues el mismo documento detalla que ahora los encargados de introducir droga, distribuirla y seguir con la extorsiones son los cárteles preponderantes: el de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Chapitos, así como un remanente de Los Rojos, proveniente de Morelos.
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¿Cómo estos grandes cárteles se fueron apoderando de la Ciudad?
A decir de especialistas en cuestión de seguridad, el que los grandes cárteles poco a poco busquen apoderarse de la Ciudad, desplazando a los grupos pequeños locales, es un paso “normal” de esas estructuras, pues es la manera en que operan en puntos donde no pueden desplegar violencia como en las zonas serranas del país, este modus operandi se ha dejado ver, por ejemplo, en entidades de Estados Unidos en puntos de Europa y Asia.
“Primero, hay que tener en claro que no se puede entender la incursión o el crecimiento de cualquier estructura criminal sin la complacencia u omisión de las autoridades, pero de alguna manera fueron las propias policías locales que le abrieron el paso a los grupos preponderantes, obvio todo orquestado por esas mismas mafias que tienen bien claro cómo incursionar en ciudades importantes como Nueva York, Chicago, París o Japón.
“En esos lugares los grupos mexicanos operan de la misma manera, primero buscan alianzas con grupos locales y así, de manera discreta, entran a conocer las entrañas de cada lugar, pero luego poco a poco los desplazan, pues son ellos los que tienen la mercancía principal, la droga. De hecho, ellos mismos son los que provocan las disputas entre grupos locales con el fin de que estos se afecten y ellos sean los que ganen todo a mediano o largo plazo”, expuso Luis Hinojos, criminólogo por el Colegio de la Frontera Norte (Colef).
Una situación similar refleja el análisis de las autoridades federales, que da cuenta de cómo poco a poco, tanto la SSC como la FGJ fueron mermando las actividades de los grupos pequeños con detenciones importantes, pero que de manera paralela este mismo trabajo permitió el crecimiento de los grupos preponderantes, los cuales si bien han sufrido algunas detenciones, no se han afectado las bases ni financieras ni las rutas por donde las drogas entran a la Ciudad.
Sin embargo, en los últimos meses se han reforzado las acciones contra esos grupos como el operativo en Topilejo, donde cayó una célula de Los Chapitos o el decomiso de 1.6 toneladas de cocaína del Cártel de Sinaloa.
“Tampoco debemos perder de vista cómo esos grupos se fueron apoderando de la Ciudad, ¿fue casualidad?, ¿un golpe de suerte?, ¿las detenciones de los líderes locales en verdad fueron trabajo de inteligencia o alguien los señaló? Esas son las interrogantes que uno se debe de plantear porque, si bien esos grupos siempre han existido, casualmente una vez que se apoderaron de las calles, empezaron a aparecer”, detalló Mauricio Patiño, criminólogo por la UNAM y especialista en delincuencia organizada.
La capital, “ideal para el trasiego”
Mariana Rodríguez, criminóloga por la UAM, también destacó la importancia de la ubicación que tiene la Ciudad de México para el tráfico y trasiego de drogas, y no sólo eso, detalló también que ni uno de los llamados cárteles locales tiene la capacidad operativa ni financiera para producir o importar sus drogas, por lo que siempre dependen o dependerán de estructuras preponderantes, pues al final del día los grupos pequeños siempre terminan como sus clientes.
“Hay que explicar también un poco cómo trabajan los cárteles locales, un ejemplo sería lo que es una tienda de abarrotes de barrio, si bien cuenta con lo necesario o lo que ocupa una colonia, ellos mismos no producen lo que venden, es decir, ocupan ir a la Central de Abasto o a un supermercado grande a comprar todo, y ellos son los revendedores, quizás ese era el argumento más explicado que utilizaba Miguel Ángel Mancera en su administración para decir que no existían cárteles aquí”, indicó.
La especialista agregó que “esa pequeña tienda y la poca o mucha droga que venden también genera violencia, porque las ganancias son muchas y entonces gradualmente se quieren expandir para obtener más territorio y, obvio, más dinero, y ahí es donde empieza la problemática. Estamos hablando que ni La Unión Tepito o el Cártel de Tláhuac pueden producir su droga, se la compran o forman alianzas con los grupos preponderantes”.
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