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Entre carros alegóricos, calaveras, música, lluvia y ráfagas de aire frío, cerca de 807 mil personas fueron testigos del Megadesfile del Día de Muertos, que partió de la Estela de Luz al Zócalo capitalino.
Las vallas metálicas sirvieron para que muchas personas pudieran tomar buen lugar sobre esta avenida histórica, y no amontonarse como ocurrió con el desfile de las catrinas, en donde personal de protección civil tuvo que desalojar a las personas para el paso de los artistas.
En punto de las 13:00 horas, partieron de la Estela de Luz cerca de 3 mil 500 artistas, quienes conformaron 29 comparsas y fueron acompañados por 12 carros alegóricos. Justo a esa hora, el secretario de Cultura local, José Alfonso Suárez del Real, quien comenzó a narrar para contextualizar las diferentes secciones en las que estuvo dividido el desfile.
Suárez del Real presentó cada una de las comparsas con algún dato histórico, quiénes son los participantes y de dónde vienen, “se oye, se siente, se baila la comparsa número 16 del colectivo El Volador que nos recrea este México del Salón Calavera en donde el mambo era la música más socorrida”, dijo el funcionario y todos comenzaron a mover la cabeza al ritmo de las melodías.
A la vanguardia del desfile, una figura gigante se impuso por su tamaño. Portaba un vestido dorado con detalles verdes y un penacho rojo decorado con cráneos, el cual sobresalía sobre el techo plomizo y la neblina.
El carro alegórico de la representación de la diosa Mictecacíhuatl, guardiana del Mictlán, con la mirada recta, marcaba el rumbo del recorrido; la gente prestaba atención a sus manos que sostenían dos calaveras. Esta ofrenda fue elaborada por el colectivo Nuuch Ch’Up.
Con gritos y aplausos, miles de asistentes observaron con atención los carros alegóricos y a los artistas que los acompañaban. Nadie quería perderse ningún detalle, por lo que fueron movilizándose conforme a la procesión hasta su llegada al Zócalo.
“Voy hacia allá porque igual y encuentro menos gente y los podré ver mejor”, dijo Jorge, quien caminó con su novia apresuradamente sobre Paseo de la Reforma. Algunos pusieron bancos desplegables de madera para estar cómodos.
El Chapulín Colorado, El Santo y Blue Demon también engalanaron el megadesfile a bordo de autos antiguos. Ahí pasaron los actores personificados de los cantantes José José y Juan Gabriel.
Casi inadvertido, El Príncipe de la Canción hizo su aparición, pues la carroza fúnebre que trasladó los restos del cantante fue la última parte del desfile que transitó a lo largo de Paseo de la Reforma.
Mayra Cano, despidió al Príncipe y, junto con los 11 familiares que la acompañaban, partió hacía su hogar en Cuautitlán Izcalli, “estamos mis hijos, primos, sobrinos y a todos nos encantó, estuvo buenísimo, valió la pena el viaje, mucha diversidad, mucho baile, cosas muy padres, la lluvia estuvo rica, no impidió que nos divirtiéramos”, dijo.
Dos horas después los carros y artistas llegaron al Zócalo capitalino, donde la gente, eufórica, aplaudió, gritó, se tomó fotos y luego se marchó.