Nada para la movilidad en el Centro Histórico, ni el semáforo rojo por Covid-19. La mayoría de los negocios establecidos bajó las cortinas, pero los ambulantes llenaron las calles para ofrecer su mercancía a miles de personas que acudieron al primer cuadro de la Ciudad de México.
La cantidad de transeúntes y comerciantes en la vía pública que “toreaban” fue creciendo de tal manera que la Secretaría de Gobierno, a las 11:00 horas, activó operativos para retirarlos y evitar aglomeraciones.
De las personas que acuden con regularidad al Centro, si bien afirmaron que había menos gente que el fin de semana anterior, “aún hay mucha”.
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“Ayer [viernes] que vine sí me sorprendió porque se supone que el semáforo rojo empieza hoy [sábado] y anoche estaba todo cerrado. Pero ahorita veo que hay más gente y se supone que ya no tendría que haber”, dijo la señora María.
En el primero de los 23 días del semáforo rojo en el Valle de México, la afluencia de personas fue constante no sólo en el primer cuadro y sus alrededores, también en tianguis —que pueden vender únicamente comida, pero muchos ofertaban ropa— y plazas comerciales en el Estado de México, donde las filas para entrar a locales de alimentos o servicios bancarios eran largas.
Por la noche, en las tiendas Elektra, que pueden estar abiertas porque hay servicios bancarios, había largas filas para las cajas. En una sucursal de Neza se observó que algunos aprovecharon para comprar celulares.
Las plazas de lentes también permanecían en operaciones, pues a lo largo de avenida Juárez, Eje Central y 16 de Septiembre había trabajadores intentando captar clientes.
“¿Buscas la plaza del ciego? Es la única que va a estar abierta”, gritaba uno de ellos cada que las personas iban a cruzar Eje Central, a la altura de Madero.
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Algunos establecimientos tenían abajo sus cortinas, pero había empleados afuera.
EL UNIVERSAL también recorrió un tianguis sobre la calle Sullivan, en la colonia San Rafael, en donde los comerciantes, si bien sólo tienen permitido vender alimentos, había puestos de ropa, tenis y otros productos no esenciales.
“Vine a comprar ropa y mis regalos de Navidad, pero todo está cerrado”, señaló Víctor a esta casa editorial, quien acompañado de su novia recorría los pasillos de Mundo E.
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Llamó la atención una tienda de mascotas, donde además de comercializar comida y medicamentos para animales, la estética canina trabajaba con cortes de cabello para perros que junto con sus dueños hacían fila en la misma plaza.
En Parque Toreo, ubicado en la zona limítrofe entre la Ciudad de México y Naucalpan, había cientos de personas, que a lo largo de la tarde se convirtieron en miles. Se formaron para ingresar a uno de los centros comerciales más grandes del país, con el argumento de ir a algún cajero o a comprar comida.