Cuautitlán Izcalli, Méx.— Desde la iglesia del pueblo de San Francisco Tepojaco hacia el panteón de la comunidad salió el cortejo fúnebre de Octavio Mayen e Isaac Márquez, dos de las seis víctimas del ataque armado en el la noche del domingo.

Por estos hechos, agentes de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México detuvieron ayer a dos hombres que se encontraban en un velorio al momento de su captura, confirmaron fuentes a EL UNIVERSAL.

Familiares y amigos caminaron por la avenida San Francisco hasta la calle Abasolo, vistiendo de negro y cargando cuadros con las fotografías de sus seres queridos. Los dos cuerpos eran cargados en dos féretros de color café; los llantos y sollozos se hicieron presentes entre el centenar de personas que se dieron cita a la 1 de la tarde para dar el último adiós a los dos jóvenes.

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En el andar hacia el panteón del pueblo, comerciantes y clientes ubicados sobre la vialidad se asomaban para persignarse; al reconocer a algún familiar, se acercaban a dar el pésame, acompañado de un abrazo y un “salud”, chocando latas de cervezas, para darle un trago y seguir caminando hacia el panteón, al cual llegaron por la calle Abasolo, en un camino con el pavimento roto en algunos tramos y con topes vehiculares de gran tamaño que provocaban que avanzaran más lento.

Al entrar al panteón colocaron las dos cajas de madera sobre dos descansos para hacer una pausa y dar el último adiós a Octavio e Isaac. Llegó una banda de seis mariachis que comenzaron a cantar y de uno en uno, los seres queridos de ambos pasaron a ver los cuerpos, dedicándoles algunas palabras.

“No se vale, ellos no tenían nada que ver. Eran dos chamacos bien trabajadores y ya nunca más los vamos a volver a ver”, declaró un amigo de la familia de Octavio Mayen, quien estudiaba la licenciatura en Derecho en una escuela privada, al tiempo de precisar que los dos jóvenes eran primos muy unidos.

Entre los asistentes hubo personas que llegaron con coronas y arreglos florales y se acercaban a los padres de cada uno para brindar un abrazo fraterno y extender su solidaridad con ellos ante los acontecimientos en los que una de las líneas de investigación apunta a que el ataque iba dirigido a dos exintegrantes de una célula delictiva del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), mismos que también fallecieron.

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En la plaza comunitaria del pueblo de San Francisco Tepojaco izaron una bandera negra a media asta y colocaron un moño negro en el kiosco en señal de luto.

“La comunidad está de luto y no es para menos. Vemos que dicen que iban a ejecutar a dos personas que andaban en malos pasos y lo que en realidad pasó es que agarraron parejo. Hay familias que quedaron destrozadas (...). Honestamente sí da miedo”, dijeron vecinos de la zona.

“Fernando no era malo, le gustaba divertirse”

También fue el sepelio de Fernando Vielman, el adolescente de 15 años que perdió la vida en la balacera del bar. Sus familiares recorrieron tres kilómetros caminando desde la iglesia del pueblo, donde de igual forma le oficiaron una misa de cuerpo presente para llevarle al panteón Mausoleos del Valle.

Sin embargo, el cortejo hizo una pausa de aproximadamente cinco minutos frente al bar donde el domingo 10 de noviembre perdió la vida. El grupo de unas 50 personas se ubicó frente al local, una mancha de sangre y una silueta dibujada en el piso como indicio por peritos de la fiscalía mexiquense dieron cuenta que fue ahí donde su cuerpo quedó tendido tras recibir impactos de bala de alto calibre.

Colocaron dos veladoras encendidas y aventaron algunas flores en señal de homenaje y luto, corearon una porra y avanzaron hacia el panteón.

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Cargando en sus manos latas de cerveza de color blanco, entre caras tristes y llantos, abrazándose entre sí para seguir su andar y dar el último adiós a Fernando, comentando que se trataba de “un chavo muy trabajador, andaba ayudando en un camión de basura. No era marihuano ni nada de eso malo, le gustaba divertirse”.

Laura Jiménez, amiga de los padres de Fernando, lo recordó como un chico solidario con su familia, a la cual ayudaba a pagar la renta y otros gastos de su casa.

Después de dar un trago a su cerveza, entre lágrimas sostuvo que “estos con tal de vender tres cervezas más dejaron pasar a un menor de edad. Hay un límite que es de 18 años para arriba, no de 15 para abajo. Que el gobierno revise que estos lugares de verdad le vendan a los mayores de edad”.

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